Escritos
de espiritualidad
Nuestro enemigo
He querido en esta carta circular desarrollar el esplendoroso hecho de que Cristo con su muerte y resurrección ha derrotado definitivamente a todos sus enemigos. Es decir, “ellos no tienen ninguna otra perspectiva ni futuro más que la definitiva supresión de su poder y su propia condenación eterna”. Ya que precisamente para esto se encarnó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo.
Estar en el mundo, sin ser del mundo
Viviendo y desplegando nuestro apostolado específico en el crisol de las situaciones actuales que cambian continuamente y tantas veces son imprevisibles, no estamos exentos de caer en la tentación de “la embriaguez de la inmersión en el mundo” mientras se debilita la búsqueda de lo único necesario que debe constituir el testimonio de la vida religiosa.
El IVE y la Cruz
No sólo todos nuestros esfuerzos de evangelización deben partir y deben conducir al misterio de la cruz -a Jesucristo crucificado- sino que además nosotros mismos debemos adentrarnos en el insondable misterio de la cruz en nuestras vidas si es que en verdad hemos de ser “memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jesús, el Verbo hecho carne”.
“¡No tengáis miedo!”
Sirvan estas pobres líneas como sentido homenaje y agradecimiento perenne a quien nos enseñó a ser testigos de la esperanza que no defrauda aún cuando “parece que se nos quita toda esperanza”.