Renovación mensual de los votos religiosos
(Para rezar el 25 de cada mes)
¡Oh, Padre, que nos has llamado para que seamos “los incondicionales de Dios”[1]!
¡Oh, Jesús, que has venido “como inflexible debelador del error y como dulce propugnador del amor”![2]
¡Oh, Jesús, “mejor que el cual nada existe”[3]!, que nos has envuelto, libremente, “en las inextricables[4] redes de la gracia”[5] y que nos has elegido para que reproduzcamos en nuestra vida tu forma de vida: casta, pobre, obediente y mariana, por eso ahora renovamos nuestros cuatro votos como testimonio de la vida que Tú viviste, y tu Madre Santísima, y los Doce Apóstoles y que queremos imitar.
¡Oh, Jesús, “el Verbo bueno del Padre bueno”[6], que “nos proclamas triunfadores en la Cena”![7]
¡Oh, Espíritu Santo, que te apareciste en lenguas de fuego, “para que una ley de fuego fuera predicada por lenguas de fuego”[8], haz que seamos “sal de la tierra” (Mt 5, 13) y no miel!
¡María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo!, alcánzanos los bienes: de ser incondicionales de la Trinidad, abrazados inextricablemente a la gracia, fieles a los cuatro votos, triunfadores en la Misa y con lenguas de fuego para vivir y predicar la Ley Nueva del amor instaurada por tu Hijo.
Amén.
[1] Orígenes, Sobre la oración, 13: PG 457.
[2] Guillermo de Teodorico, Sobre la contemplación de Dios, 10: SC 61,93.
[3] San Ignacio de Antioquía, Carta a los Magnesios, cap. 6,1: Funk 195.
[4] Que no se pueden desenredar.
[5] San Basilio Magno, Carta 161,1 al obispo Anfiloquio: PG 32, 630.
[6] San Atanasio de Alejandría, Contra los paganos, Sermón 40: PG 75,79.
[7] Nicolás Cabasilas, Sobre la vida de Cristo, lib 1: PG 150,515.
[8] Pedro de Blois, Sermón 25: PL 635.