Maestro de la humanidad

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[Exordio] Muy buenas tardes a todos! Muchas gracias por la invitación a visitar la escuela y a celebrar esta santa misa con todos Ustedes en este día tan especial.

¿Quién sabe a qué santo estamos celebrando hoy? Sí, ¡excelente! A Santo Tomás de Aquino, un santo italiano, y en verdad un gigante para toda la Iglesia.

Hace un tiempo visité en Toulouse, en la iglesia de los Jacobinos, la tumba de este gran santo doctor de la Iglesia. Allí, en un altar lateral en una urna de oro están los restos mortales de este héroe. Pasé un buen tiempo rezando a los pies de la tumba de Santo Tomás agradeciéndole por haberme guiado desde chico. Ya que cuando yo tenía como unos 14 años y estaba en la secundaria como varios de Ustedes aquí, tuve el privilegio de escuchar de un sacerdote los argumentos que prueban la existencia de Dios y que Santo Tomás había formulado en el siglo XIII. No sé bien por qué, pero escuchando esas pruebas acerca de la existencia de Dios bien racionales se encendió como un fuego en mi interior. Me hicieron captar mucho mejor la realidad de Dios y de algún modo ahí se despertó mi deseo de servir a Dios, de ordenar mi vida radicalmente hacia Él.

Mientras rezaba en la tumba de este gran “maestro de la humanidad” –como lo llamó San Juan Pablo II– pensaba en la importancia que tiene para nuestro tiempo Santo Tomás de Aquino. Y ustedes podrían preguntarse: ¿Qué puede un maestro dominico del siglo XIII enseñarnos? Varias cosas…

La verdad viene de Dios

 

Primero, Tomás de Aquino vio con total claridad que dado que la verdad viene de Dios, nunca puede haber conflicto entre la información que nos dan las ciencias y los hechos de la revelación, es decir, con lo que dice la Biblia. En la época de Santo Tomás, había algunos defensores de la “teoría de la verdad doble”, que decían que ‘las verdades’ de la filosofía y de la ciencia estaban en una categoría y ‘las verdades’ de la fe estaban en otra. Por lo tanto, según esta interpretación, uno podría sostener dos verdades completamente opuestas siempre y cuando uno estuviese consciente de que se trataba de dos posiciones que estaban en diferente compartimentos de la mente. Según esta teoría uno podría decir que Dios creó al hombre varón y mujer y al mismo tiempo aceptar que hay más géneros de personas o que incluso no tienen género alguno.

Bueno, Santo Tomás se dio cuenta de que esa teoría no tenía mucho sentido y que no puede haber dos verdades opuestas sobre la misma cuestión y así lo dijo. El conflicto aparente entre la ciencia y la religión (para usar términos actuales) nacen o de la mala ciencia o de la mala religión y deberían motivarnos a pensar más profundamente. Consecuentemente, no debemos tener miedo a acercarnos a las ciencias: a la física, a la matemáticas, a la química, a la biología, etc. todo eso que se aprende en las ciencias nos tiene que conducir a la contemplación de la obra de Dios en el mundo.

Por otro lado, ese pensar más profundamente no quiere decir que cada uno deba desarrollar una visión autónoma de sí mismo o del mundo, distinta a la de los demás, donde cada uno tenga su ‘propia verdad’, que es lo que desafortunadamente muchas veces pasa y entonces escuchamos decir: ‘esa es tu verdad, yo tengo la mía’ y todo se pone en tela de juicio. Y lo peor es que estos se creen que enunciando ‘su verdad’ son auténticos cuando en realidad repiten hasta el cansancio lo que hay leído en las redes o visto en YouTube, o lo que se ha vuelto viral en Tik Tok y que nada tiene de original y no necesariamente es verdadero.

La única explicación final y satisfactoria de la existencia de las cosas

 

Segundo, Santo Tomás sabía que el Dios Creador de la Biblia es la única explicación final y satisfactoria de la existencia de las cosas creadas en este mundo, él las llamaba ‘cosas contingentes’. Le impresionaban la existencia de todas esas cosas que no tienen su razón de ser en sí mismas. Las nubes, los árboles, las plantas, los animales, los seres humanos, los edificios como este, las bancas donde ustedes están sentados, los planetas, estrellas ciertamente existen, pero no tienen que existir necesariamente. Esto significa que el ser de estas cosas no se explica sino por el hecho de que hay una realidad superior que les da el ser. Ese Ser Superior es lo que Santo Tomás llamó Dios. ¡Cuán importante es esto en el tiempo que vivimos! Ustedes saben que hay gente que no cree en Dios, se llaman ateos, y ellos piensan que creer en Dios previene a las personas de adquirir un conocimiento científico. De hecho algunos llegaron a decir: que Dios no existe porque no se lo puede encontrar en el mundo material, porque según los ateos, el mundo material es lo único que existe. Entonces piensan que Dios es como una superstición y de hecho ridiculizan a las personas que son creyentes. Y viven como si no hubiese vida después de la muerte. Lo cierto es que Dios es la razón por la que hay algo en vez de nada, por la que hay ríos, animales, ángeles, montañas… todo.

Fue Santo Tomás el que en su demostración por las cinco vías de la existencia de Dios dijo que Dios es la causa primera de todo lo que existe y su creación está llena de causas secundarias que trabajan todos los días, por ejemplo, la ley de gravedad que hace que no flotemos en el espacio. Dios es la causa primera y la gravedad es una causa secundaria, que Dios diseñó para el orden y la estabilidad del universo. Sin embargo, algunos científicos ateos dicen que la autonomía de la naturaleza (que las plantas crezcan solas en el bosque por ejemplo) implica que Dios no tiene todo el poder, es más, implica que Dios no existe dicen ellos. Pero eso no es cierto. Dios no anula la actividad de sus creaturas sino que las deja que actúen según su naturaleza y por lo tanto cumplan el fin para el que Él las creó.

Entonces la próxima vez que alguien intente hacerlos creer en la trampa de que Dios no existe pueden usar de la sabiduría de Santo Tomás para defender nuestra fe que ensena que Dios es la causa primera de todas la cosas, las sostiene en su ser, pero asimismo las trasciende.

El destino del ser humano es Dios

 

Tercero, Santo Tomás de Aquino era profundamente humanista. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que dado que Dios se hizo hombre en Jesús, el destino del ser humano es la unión con Dios es decir, participar en la vida divina de Dios. Ninguna otra religión o filosofía o teoría sociológica ha sostenido en un objetivo tan alto y tan digno del hombre. Por eso, dice el Maestro de Aquino, hay algo inviolable acerca de la persona humana. Cuán importante esta enseñanza cuando se práctica la eutanasia (ahora, no se si ustedes sabían, crearon con una impresora 3-D una maquina a medida de la persona en la que uno se acuesta, aprieta un botón y te mata… y entonces uno elije el día y la hora de su muerte, libre de dolor, eso es algo terrible, muy contrario a nuestra fe: la vida es sagrada y Dios es el dueño de la vida). En cuantos lugares se practica por ejemplo lo que se llama una ‘guerra preventiva’ lo cual significa que se ataca un país, porque se cree que un conflicto militar, aunque no sea inminente, es inevitable y demorarse en atacar sería un gran riesgo. Es como matar por matar, ¡por si acaso! Y así muere muchísima gente, muchos niños quedan huérfanos sin escuelas a donde ir, sin que comer… Nuestra fe nos ensena que la vida es sagrada.

[Peroratio] Ustedes tienen la gracia y el privilegio de venir a esta escuela, de tener familias que los quieren y se preocupan por ustedes, la gracia de ser cristianos, de levantarse cada día y hacer la señal de la cruz sobre sus frentes, la gracia de recibir una educación cristiana esmerada, de venir a misa, por eso tienen que aprovechar mucho estos años, este tiempo de formación.

Los huesos de Santo Tomás están en ese cajón dorado que les dije en Toulouse, pero su mente y su espíritu deben informar la vida de cada uno de Ustedes para sean la voz que la Iglesia necesita en el mundo.

El patrono de esta escuela, el Beato Pier Giorgio Frassati se daba cuenta muy bien de la tremenda importancia que tiene la verdad firmemente apoyada en la fe, por eso decía: “vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin la lucha continua por la Verdad, no es vivir sino simplemente existir”.

Que la Virgen María, Sede de la Sabiduría, les conceda a todos los estudiantes de esta escuela, a todos sus profesores, voluntarios, religiosos y familias de estos niños la gracia de enarbolar con firmeza el estandarte de la Verdad del Verbo Encarnado, el coraje para defender la sacralidad de la vida, la elocuencia del santo que hoy celebramos para proclamar con convencimiento la existencia de nuestro Señor y Creador.

Esa gracia se la pedimos ahora en la misa.

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