Cuidarse del progresismo
Recordando el pensamiento de nuestro Fundador
Durante la Novena de la Anunciación
En el noveno día de la novena en el que pedimos específicamente por nuestra fe en la vida mística del Verbo Encarnado evocamos el pensamiento del P. Buela al respecto tomado de sus libros “El Arte del Padre” y “El Señor es mi Pastor. Memoria y Profecía”.
La persona del Verbo después de la Encarnación
La mala inteligencia del augusto misterio del Verbo Encarnado conduce lógicamente a una mala inteligencia del misterio de la Iglesia, ya que ésta no es más que el Verbo Encarnado «extendido y comunicado». No es de extrañar entonces que un nestorianismo cristológico lleve a un nestorianismo eclesiológico. Al negar –como hacen algunos sede-vacantistas y algunos progresistas– que haya una sola cabeza en la Iglesia, buscan destruir la unidad del Cuerpo Místico –así como buscan destruir la unidad del Verbo Encarnado– ya que no puede haber un solo Cuerpo si no hubiera una sola Cabeza, ni una sola Iglesia si no hubiera un solo Jefe, según nos enseña el mismo Verbo Encarnado: «Habrá un solo rebaño y un solo Pastor» (Jn 10,16).
Cuidarse del progresismo[1]
«Una de las convicciones que se me ha reforzado en este peregrinaje que gracias a Dios pude hacer, es que el gran enemigo en estos tiempos sigue siendo el llamado “progresismo cristiano”. Aunque hay signos auspiciosos, sin embargo, sigue causando estragos en Occidente, y también -de coletazo- en el mismo Oriente por ejemplo, un señor obispo -muy suelto de cuerpo-, me decía que había que abolir el celibato, que no era más que una idea, que el Papa es todopoderoso y puede hacer todo lo que quiere (risas) y no sé cuántas cosas más.
Al final me dice:
– ¿Y Ud. que piensa?
Le respondí: – “Hay que estudiar eso…”
¡Qué iba a decir!
Otra cosa, por ejemplo, que me decía ahí era:
– “Mahoma fue epiléptico, era un comerciante que se casó con una viuda rica, mucho más grande, que él, el tema de la religión que Dios le habría revelado nunca se ha podido probar pues parece que eran las ilusiones de él cuando le agarraban esos ataques de epilepsia”.
No quieren dejar hacer un análisis crítico al Corán porque ya saben que si van a hacer eso, van a descubrir que son varias manos las que escribieron el Corán, y no una sola como ellos sostienen, de Mahoma o Mahomet (y por eso también están en contra de todo estudio científico de la religión, sanamente científico, como por ejemplo la arqueología).
A renglón seguido, ese mismo obispo, víctima de la herejía progresista, me dice: «Y el Papa tendría que, para acercarse a los mahometanos, reconocer que Mahoma fue un profeta» (risas).
Añadía que el Corán tiene cosas muy buenas, que él comparte totalmente, y que nosotros tendríamos cuanto antes que decir así: «Esto que está en el Corán está muy bien». Bueno, ¿que irá a decir el oráculo? -¡Que no existe el infierno! (risas) ¿Para qué queremos la religión si todos vamos al cielo? ¡No hace falta Jesucristo, ni cumplir los mandamientos, nada! ¡Cae todo el orden sobrenatural, cae todo el orden moral, cae todo! Además, si Jesucristo lo enseñó, Mahoma sería más que Jesucristo.
El progresismo sigue asolando a la Iglesia, y ocupando puestos claves dentro de la Iglesia todavía. Recién le cantamos a los Mártires de Barbastro. Cuando estábamos en Barbastro con el Padre Pombo, uno de los sacerdotes, ¡buenísimo!, que quería que nos quedáramos a dormir, que nos quedásemos a comer, lo que quisiésemos… me decía entusiasmado y con énfasis: — «¡UY, estos jóvenes murieron por no sacarse la sotana!».
¿Y él? Estaba de civil…(risas) ¡sí, sí!, ¡ni clergyman siquiera! Yo no lo podía creer no dije nada tampoco, pero me quedé pestañeando porque… No tienen vocaciones, los claretianos tampoco. Tienen mártires y no tienen vocaciones… ¡ni van a tener mientras no se haga una conversión total, y de corazón, y que realmente se pongan al servicio del Evangelio! ¡Qué vivan como se tiene que vivir…! No va a haber vocaciones… Va a ser así, y de hecho ya lo van sospechando ellos. El progresismo sigue asolando realmente.
En Estados Unidos lamentablemente, por ejemplo, se sigue abandonando muchos hospitales, escuelas, orfanatos… A las monjas allá les picó la viruela boba del feminismo, entonces, ¡chau habito!… Van a la peluquería, tienen sus sindicatos, tienen sus obras sociales, viven y se juntan como solteronas, nadie manda, no hay superiora porque: «¿cómo va a haber superiora si somos todas iguales?, ¡iguales! Eso no es ningún testimonio y entonces las jóvenes no van a esas congregaciones… ¿Por qué? ¡Porque quieren vivir la pobreza!
Lo leí en unas declaraciones de la Madre Teresa de Calcuta donde dice: “Las jóvenes del primer mundo, las jóvenes de los países ricos vienen a nuestra congregación porque quieren vivir la pobreza así como la vivimos nosotros…”, ¡a full! Y por eso ¿qué es lo que hacen estas religiosas? Hacen cursos, especie de retiros, tipo seminarios, donde hay especialistas que van a dar conferencias. ¿Para qué? Para que mueran con anestesia, es decir, mueren como congregación, pero con una muerte dulce: «y bueno -concluyen-, si Dios no nos da vocaciones, entonces hay que saber cómo obrar, vender las propiedades menos importantes, comerse lo que vendieron, vender después las otras propiedades. Así les enseñan a bien morir: ¡la muerte dulce!
Justamente, cuando venía a Buenos Aires, viajaba uno que fue Consejero General en Roma durante 8 años, de una congregación muy importante, que acá en la Argentina también es muy importante porque tiene muchos colegios.
—¿Cuántas vocaciones tienen?, le pregunté.
—Creo que una en todo el país….
Y ¿no les da vergüenza? Uno se indigna… ¿Para qué tienen los colegios? ¡Claro! Tienen los colegios para sacar plata, aunque ellos digan que no… Entonces, en esos colegios no se vive el cristianismo como el cristianismo es: ¡con entusiasmo!, ¡con fuego!, ¡con brío!, ¡con ganas! Es una cosa de señoras gordas, es una cosa de burgueses, es una cosa donde el religioso, o el sacerdote o el hermano aparece como el que cobra a fin de mes. Los alumnos siempre escuchan a sus padres hablar pestes de los formadores de su colegio porque tienen que pagar las cuotas, y ven a los religiosos, como los tipos que les bajan la caña y les ponen amonestaciones.
Y entonces le digo: yo conocí el lugar donde ustedes tenían el seminario, el noviciado, estaba lleno de vocaciones… ¡Lleno!… Era la época de “fulano de tal”.
— “¡Ah!, claro, eso sí, pero ahora…
—¿Y si eso les dio resultado antes, porque no lo aplican ahora?
—No, bueno, claro, eh, eh… Estamos estudiando el tema. Ahora tenemos un plan…”. ¡Todo, todo porquería! No sirve para nada, todo es un fracaso. Este religioso’ era justamente quien me había llamado -por un artículo mío que yo había publicado sobre la resurrección de nuestro Señor Jesucristo- para dar clases en un profesorado muy importante de Bs. As. Estuve dando clases un año y después me fui porque eso era un foco de progresismo. Me dije: ¡no, qué voy a perder tiempo acá! Lo querían ir corrigiendo, pero corrigiendo como hacen siempre, como hace el progresismo: con paños tibios el tipo se está muriendo de cáncer, pero… “le vamos a dar una aspirina y va a andar, ¡va andar!”. ¡Va a andar nada!, va a andar abajo, al precipicio. Entonces, para ver hasta dónde iba la cosa, como trataba con una persona muy codeada con todo el ambiente eclesiástico después de haber estado ocho años en Europa, le pregunté para tirarle la lengua (risas): —¿Qué tal? ¿Cómo ve la Iglesia en Argentina? Primera cosa: —“Y… recién estoy aterrizando”, me respondió. ¡Hace un año que regresó ‘y está en comisiones de la Conferencia Episcopal Argentina…! Y entonces se dio cuenta de que quedaba flojo porque, yo lo miré como diciendo… ¡vamos!
Entonces me dice: «Yo veo bien a la Iglesia en la Argentina». Por mi parte, yo no iba a decir nada. «El único problema -añadió- es que, salvo algunas congregaciones, no hay vocaciones». Entonces, hermano, la Iglesia en la Argentina no está bien, está mal, ¡Hermano, ¡no hay vocaciones!, ¡está mal! ¿Por qué? ¡Porque vamos al muere! Claro, la Iglesia en Argentina está bien como la congregación de ellos está bien: ¡no tienen vocaciones!
Eso es el progresismo: no llamar a los cosas por su nombre. Fue ahí, antes o después, no sé, que le dije: lo que ustedes hacen es adormecerlos con la muerte dulce, la jeringa, van muriendo, pero sin dolor, sin darse cuenta… El coche va al abismo pero cierran los ojos… mientras los espera el abismo. Por, eso digo: uno se confirma que el progresismo cristiano, el progresismo dentro de la Iglesia, aunque no tiene la virulencia de antes, sigue causando estragos.
De hecho se habrán enterado −me imagino que estarán informados− de que el Papa lo destituyó a un obispo francés, justamente por su postura progresista extrema, lo cual es algo bastante grave. El año pasado destituyó a un obispo en Estados Unidos, también por declaraciones graves en moral. Pero, uno se pregunta: este hermano no es una persona mala, es una persona buena, ¿dónde está el problema? El problema está acá (señala la cabeza)… es la doctrina que le meten en la cabeza, es el progresismo. En vez de moverse por la fe, se mueven por las conveniencias, como si el mundo fuese a salvar a la Iglesia y dicen que hay que adecuarse al mundo.
Por ejemplo, como tiene que tratar con los jóvenes, (y ellos son todos vetustos, todos están con artrosis, con reuma) entonces se les ocurre usar peluquín, teñirse el pelo, usar blue jeans, a tener… y no se dan cuenta que eso mismo es repulsivo para el joven, porque finalmente que una persona se ponga vieja es lo más normal que hay, pues a todos nos pasa lo mismo. Simular eso siendo religioso ya no es tan interesante.
Por eso es que debemos pedirle siempre a Jesucristo la gracia de la fidelidad a Él, que se concreta en la fidelidad al Magisterio vivo de la Iglesia -lo que Pedro enseña- y pedirle la gracia de no caer dentro de ese vericueto que es el progresismo manifestado en mil formas y mil maneras distintas. Yo pedí la gracia siempre de mantener, conservar y acrecentar la auténtica fe católica. Y en medio de todo ese descalabro, Dios se gloría de suscitar santidad y obra cosas grandiosas.
[…] Pidámosle a Ella [a la Santísima Virgen] saber imitar, a pesar de nuestras limitaciones, en el lugar que Dios nos ponga, a este gigante que Dios ha suscitado, a este “Vikingo de Dios” como le llamaron en el viaje que hizo a México en el año ’79, para no claudicar frente a toda la confusión del progresismo cristiano, que está asolando a la Iglesia. Le cantamos a la Virgen.
[1] Buenas Noches “El progresismo sigue asolando a la Iglesia” que el Padre Buela diera a los seminaristas del Instituto, el domingo 26 de marzo de 1995.