¡Ella forma parte de nuestra historia!

Contenido

Homilía en la Solemnidad de Nuestra Señora de Luján

                                                              

Querida Familia Religiosa: Este precioso día de mayo en el que celebramos a Nuestra Señora de Luján, la Reina del Instituto, es un día del todo especial, un día de gracia. Un día que nos habla de las constantes manifestaciones de ternura y cuidado maternal, de la especial intercesión, de la gran condescendencia que esta Bondadosísima Madre ha tenido y tiene con nosotros y que tanto consuelo ha procurado a nuestros corazones misioneros.

Es un día en el que reluce más luminosamente el cómo la Virgen del manto azul-celeste y coronada de doce estrellas, se ha complacido en entrelazar su historia con la nuestra y nos mantiene seguros entre sus manos juntas al calor de su Inmaculado Corazón. 

En verdad esta historia de amor de la Santísima Virgen comenzó a entretejerse aquel primer 8 de mayo de 1630 cuando con aquel primer milagro –el milagro de la carreta– la Purísima Concepción quiso quedarse junto al río de Luján en Argentina para ser la Madre, Reina, Señora y Patrona, en primer lugar, del pueblo argentino. ¡Quien diría que hoy, casi 400 años más tarde, cientos de sus hijos han marchado a los cuatro puntos cardinales llevando a todos lados su imagen para hacerla la magnífica guardiana de todas nuestras misiones! ¡Y ya no sólo hijos del pueblo argentino, sino también de muchos otros pueblos de los que el Señor ha suscitado vocaciones para nuestra Familia Religiosa! Dios mediante, seguiremos yendo a todas las naciones, como nos mandó su Hijo (cf. Mt 28,19-20), llevándola siempre también a Ella a todo el mundo.

En verdad, todos nosotros, los miembros y los terciarios de esta Familia Religiosa, con tan distintos orígenes, nacionalidades, razas, culturas, somos, uno por uno, sus hijos, y en Ella hemos nacido. Nosotros podemos verdaderamente decir, en referencia a nuestra Madre de Luján, lo que la Escritura dice de Jerusalén, que es Madre de todos los pueblos: ¡Esta es la Ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! El Señor ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios: ‘Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquellos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes, todos han nacido en ella’. Así se hablará de Sión: ‘Este, y también aquel, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado’. Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: ‘Este ha nacido en ella’. Y todos cantarán, mientras danzan: ‘Todas mis fuentes de vida están en ti’[1].

Probado nos tiene de sobra esta Dulcísima Madre cuánto nos ama y cómo nos ha hecho experimentar tantas veces su preferencia y cariño especial con ésta nuestra pequeña Familia Religiosa, que se honra de tenerla como Patrona.

Para resaltar lo significativo y providencial de este 8 de mayo y para excitar aún más nuestra confianza en Ella y como aliciente de nuestra esperanza, quiero mencionar algunos aniversarios que caen este año y que, como eslabones a lo largo de una misma historia, hacen “patente el dominio y la providencia maternal que tiene María sobre todas las cosas”[2], porque van formando como una cadena de oro que nos mantiene anclados a los pies de esta magnífica Reina, cautivados de amor.

En primer lugar, este año se cumplen 385 años de la primera capilla erigida para custodiar y honrar la dulcísima imagen de la Virgen de Luján. En ese lugar esta Madre Compasiva recibía “a los numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que Ella dispensaba a sus devotos”[3]. Ciertamente esa capilla era muy rústica y pequeña, pero desde allí la santa imagen obraba incesantes portentos en incontables almas. ¡Cómo no ver en este aniversario la suavísima y providencial coincidencia al pensar en el santuario que en su honor queremos hoy obsequiarle en Tayikistán –país que desde hace 18 años la tiene por Patrona–! Santuario que confiamos será –como lo fue aquella primera capilla– “un oasis en el desierto de esta vida, un faro de luz”[4] que ilumine las mentes con la Verdad que salva. Una casa desde la cual esta Excelsa Reina y Madre forme y forje verdaderos apóstoles suyos, apóstoles marianos. Misioneros que a semejanza de esta “gran evangelizadora de la cultura”[5] amen lo propio sin dejar de estar abiertos a los valores universales, sin particularismos exagerados, sin encerramientos incomprensibles[6]

Por el designio misericordioso del mismo Verbo Encarnado, también providencialmente este año se cumplen 320 años de la muerte del Negro Manuel –un esclavo oriundo de África– quien estuvo consagrado a servir a la Santísima Virgen por más de 40 años en Luján. Él orgullosamente decía: “Yo soy de la Virgen no más” y reconocía “que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima”. Pienso entonces en estos tres hermanos nuestros: dos de Argentina y uno de Egipto (del norte de África), que hoy van a consagrarse perpetuamente a Dios por medio de los tres votos religiosos y que “para mejor hacerlo”[7] se consagrarán a perpetuidad en materna esclavitud de amor a esta Madre Misericordiosísima, a fin de que “Ella disponga de todo según su beneplácito”[8]. ¡Qué mejor fiesta para entregarse totalmente a Ella como religiosos del Instituto que la de María de Luján, nuestra Madre y Patrona! ¡Y qué mejor lugar que esta magnífica basílica de Santa María Mayor, la primera dedicada a María Madre de Dios en occidente!

Además, contemplando el ejemplo del Negro Manuel que “con tanta solicitud se aplicaba al culto de esta Divina Señora, a tal punto, que nunca tenía su Imagen sin luz”[9] pienso en la ofrenda del monasterio masculino en Papúa Nueva Guinea y del monasterio femenino en Tayijkistán, que hoy felices ofrendaremos a nuestra Madre. Para que nuestros monjes y hermanas contemplativas, con su silencioso holocausto, sean allí como aquella lámpara votiva que ardía incesantemente a los pies de Virgen de Luján, para agradecerle por siempre por las vocaciones que Ella misma engendra para nuestra Familia Religiosa y suplicarle incesantemente que surjan por doquier nuevas vocaciones dispuestas a abrazar el nobilísimo empeño apostólico que implica el marchar a los destinos emblemáticos para “hacer amar y hacer servir a Jesucristo”[10]. Almas grandes y generosas que comprendan que el verdadero “culto consiste en hacer de la propia vida una ofrenda a Dios”[11], como nos enseña el mismo Negro Manuel, y en modo eminente la misma Santísima Virgen con su bendito fiat (Lc 1,38).

Finalmente, se cumplen 33 años desde aquel 1985 cuando “con la aprobación del Sr. Obispo Mons. León Kruk el primer grupo de los nuestros fundaron un 22 de febrero de ese año en San Rafael, Argentina la primera casa del Instituto que, por decisión consensuada, comenzó a llamarse “Villa de Luján” y que hoy alberga el Seminario Mayor “María, Madre del Verbo Encarnado”, el Seminario Mayor más numeroso del Instituto[12], y que ha dado a la Iglesia, como decíamos al principio, cientos de misioneros esparcidos en el mundo.

También queremos decir, para honra de esta Madre bondadosa, que transcurrido un año de la ofrenda de la Rosa de Oro que hacíamos en este mismo lugar, nuestro querido Instituto ha tenido un incremento notable de vocaciones, contando quizás hoy en día, con más vocaciones que nunca antes en su historia. Todo ciertamente gracias a la inconmensurable intercesión y condescendencia de nuestra Reina y Madre, la Virgen de Luján.

Ante todo esto, ¡cómo no hacer nuestro el clamor de San Pablo que en la segunda lectura que hemos escuchado hoy nos decía!: Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor[13].

Y en verdad, ¡cuántos son los dones con que Dios nos ha bendecido en Cristo! Pero de entre los dones más eminentes, se encuentra ciertamente el don de su Santísima Madre, como el mismo Verbo Encarnado nos lo decía en el Evangelio que hemos escuchado hace unos minutos: Aquí tienes a tu madre[14].

Entonces, por todo esto que acabamos de mencionar y por muchas cosas más que quedan sin decir, nuestra devoción y amor por la Virgen de Luján no pueden reducirse sólo a un día o a un año, por ejemplo, sólo a este 8 de mayo. ¡Ella forma parte de nuestra historia como Familia Religiosa! ¡Ella es parte integral de nuestra espiritualidad! ¡Ella es el fondo del alma de todo religioso del Verbo Encarnado! Ella es la Madre que nos reúne en tierno abrazo desde muy distintas naciones para susurrarnos al oído: Haced lo que Él os diga[15]. Ella es el lazo que envuelve como en un ramillete las muchísimas bendiciones que Dios nos envía.

Por Ella se nos abren las puertas del mundo para ir a evangelizar. …Pero seamos conscientes que amor con amor se paga… Seamos Apóstoles de María[16], es decir, que Ella sea “el fin al cual se dirijan nuestros actos, el objeto que cautive nuestros corazones y el motivo de los trabajos que emprendamos”[17].  Y seamos apóstoles a imitación de María, es decir: “realizando las cosas de Dios rápidamente[18]; sirviendo al prójimo, como Ella, aun en las tareas más sencillas”[19]; fundando “todo nuestro entusiasmo apostólico” en su Hijo, el Dios Encarnado.  De modo tal, que toda nuestra existencia venga a ser una ofrenda en acción de gracias y prenda del amor verdadero y perpetuo que le tributamos.

[Peroratio] Pidamos entonces en este día la gracia para todos los miembros de nuestra Familia Religiosa de “que la Santísima Virgen sea el modelo, la guía, la forma de todos nuestros actos”[20],  y que como dice nuestro derecho propio, Ella haga de nosotros “grandes santos”[21]. Se lo pedimos en esta Santa Misa.

[1] Sl 87.

[2] Constituciones, 83.

[3] Cf. P. Carlos Buela IVE, María de Luján – El misterio de la Mujer que espera, Cap. 4.

[4] San Luis Orione, Parola, 16.4.1928, III, 141.

[5] P. Carlos Buela IVE, María de Luján – El misterio de la Mujer que espera, Cap. 12.

[6] Cf. Ibidem.

[7] Como dice nuestra fórmula de profesión: Constituciones, 257.

[8] Constituciones, 84.

[9] Cf. P. Carlos Buela IVE, María de Luján – El misterio de la Mujer que espera, Cap. 4.

[10] Constituciones, 7.

[11] Marialis Cultus, 21.

[12] Tiene 73 seminaristas mayores y quizás sea el más numeroso de la Argentina.

[13] Ef 1, 3-4.

[14] Jn 19, 27.

[15] Jn 2, 5.

[16] Directorio de Espiritualidad, 307.

[17] Cf. Constituciones, 19.

[18] Cf. Lc 1,39.

[19] Cf. Directorio de Espiritualidad, 84.

[20] Constituciones, 19.

[21] Constituciones, 84.

Otras
publicaciones

Otras
publicaciones