Debe prevalecer la formación espiritual

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Debe prevalecer la formación espiritual

[Exordio] En este día yo quisiera que reflexionemos sobre una frase muy cortita de nuestras Constituciones y que dice: “En el noviciado debe prevalecer la formación espiritual”. Está en el número 245 de las Constituciones. Esta frase que tantas veces pasa desapercibida es de gran importancia porque nosotros “hemos querido dar una preponderancia absoluta a la parte espiritual porque entendemos que así lo pide nuestro carisma”1.

¿Qué quiere decir esto?

Primero que nada, debemos decir que Ustedes no han entrado a la vida religiosa “para capacitarse para el apostolado”2 como quien aprende el oficio de mecánico; no han entrado para aprender idiomas y viajar por el mundo, ni para estudiar filosofía o vivir gratis… sino que han entrado principalmente –escuchen bien– para “buscar a Dios”3, esa es la principal ocupación del novicio4.

Eso no quiere decir que no haya que hacer apostolado, o no haya que ponerle ʽgarraʼ al estudio, o que no haya que aprender otras cosas, porque “es verdad que hay que servir a Dios con los talentos que Él nos da, pero todas esas cosas son sólo medios para un fin más alto, y nuestro fin es Dios en sí mismo”5. ¿Se entiende? Todas las actividades que se realizan en el noviciado y, en realidad, a partir de ahora y a lo largo de toda la vida religiosa, “son medios para encontrar a Dios”6.

Por eso ni siquiera hay que poner como meta la perfección en el obrar7: “que nunca se me queme la comida”, “que nunca desapruebe una materia”, “que sea el mejor organizado en el apostolado”… todas esas cosas son muy buenas, ¡ojo!, no les estoy diciendo que sean vagos, que ¡viva la pepa!, que no organicen nada, ¡no! todo lo que Dios nos pida que hagamos –oficio, deporte, estudio… lo que sea– hay que hacerlo de la mejor manera posible, pero eso solo no alcanza, eso solo sería nada más que un adorno exterior8, y el fin que nosotros buscamos es principalmente interior, es decir: conocer y amar al Verbo Encarnado9, y no parar hasta alcanzar una “santa familiaridad”10 con Él. Por eso tampoco hay que desanimarse cuando las cosas no nos salen bien, o no nos salen perfectas como hubiésemos querido, no es que por eso quedamos fuera del campeonato, porque lo principal para nosotros es amar a Dios, “unirse a su Persona”11, y muy probablemente, la humillación que me trae ese error, ese descuido, esa falta, es una hermosa ocasión para unirme a Dios. “Jesús –dice Santa Teresita–, no tiene necesidad de nuestras obras, sino únicamente de nuestro amor”12 (y esto está en el Directorio de Espiritualidad, 220).

Fíjense que de tal manera esto es importante, que las Constituciones en sus primeras páginas nos señalan que “en nuestras vidas y acciones debe primar el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Diosʼ, de tal manera vividos que nada antepongamos a su amor13.

Por eso el derecho propio recalca que en el noviciado debe prevalecer la formación espiritual, porque uno no nace sabiendo esas cosas, las tiene que aprender y cuanto antes las aprenda mejor. La primacía de Cristo es clave en nuestra espiritualidad como religiosos del Instituto, porque nuestra vida religiosa según el carisma del Instituto es cristocéntrica y esa impronta cristocéntrica debe quedar marcada a fuego en nosotros y en nuestro apostolado14.

Ahora bien, de muchos modos se imparte esta formación espiritual en el noviciado, sin ir más lejos, la misma Santa Misa es en sí misma catequética y hay que aprender a participar –como dice nuestro Fundador y las mismas Constituciones–: “cada vez más consciente, más activa y más fructuosamente”15 de ella, allí es Cristo mismo quien enseña en lo secreto del alma y la Misa es, como Ustedes saben, “lo principal, lo más importante que debemos hacer cada día”16. También las materias que Ustedes cursan tienen un tinte netamente espiritual17 y por eso hay que saber aprovechar bien el tiempo de estudio, de lectura espiritual, porque eso nos va abriendo puertas, nos va ayudando a encontrar el camino para encontrar a Dios.

Dos maneras específicas

Pero hay dos maneras bien especificadas en el Directorio de Noviciados por las que el novicio del Instituto del Verbo Encarnado debe buscar a Dios: “la oración y la penitencia en el ambiente de caridad fraterna en el cual se debe vivir”18. Estas son “dos alas de esa búsqueda”19. Interesante ¿no?

  • Respecto de la oración: hay que aprender a rezar bien. A veces algunos religiosos piensan que porque tienen la sotana ya saben rezar, o les da vergüenza preguntar si tienen dificultades, si experimentan tentaciones, si sienten desgano para rezar. Entonces lo primero es estar dispuesto a dejarse enseñar, hay que aceptar que uno no lo sabe todo, que quizás el modo en que uno rezaba cuando estaba en el grupo de jóvenes ʽya no resultaʼ ahora que soy religioso, por tanto: simplemente hay que saber consultar y dejarse guiar con humildad.

¿Cómo debe ser la oración de un novicio del Verbo Encarnado?: debe ser una “oración incesante20. No es que uno está en la capilla todo el día, ni que está con las manos juntas en silencio en un rincón mientras los otros hacen deporte. Significa que haga lo que haga siempre trae el alma recogida en Dios, para lo cual ayuda muchas veces, hacer antes una oración, poner el pensamiento en Dios. Cuando yo era novicio siempre nos enseñaban a rezar antes de empezar una actividad, de tal manera que el recuerdo de Cristo nunca se aparte de nosotros.

Por eso también la oración del novicio, especialmente, la de la adoración, debe ser un “estarse con Dios en oración”21, porque la oración no consiste “en pensar mucho, sino en amar mucho”22. Acuérdense de eso.

  • Respecto de la penitencia en la vida comunitaria: cualquiera que vive unos pocos meses en comunidad, aprende muy pronto que “la vida comunitaria es máxima penitencia”23 y este es un excelente medio para encontrar a Dios. Porque la vida en comunidad implica cierta negación de uno mismo para ayudar al otro, para animarlo, para ʽsoportarloʼ, para no andar mirando los defectos de los otros… eso es parte de la vida de cualquier familia. Hay que negarse a uno mismo muchas veces para cumplir los horarios, para llegar cansado del apostolado e igual hacer el servicio con una sonrisa, para comerse calladito la comida que no le salió bien al compañero, para saber guardar silencio, aunque uno tenga razón y deje que los otros ganen… pero en todas esas ocasiones de ʽpenitenciaʼ uno tiene que encontrar alas para llegar a Dios. Ya que esas son las ocasiones que más nos permiten imitar el anonadamiento de Cristo. Porque sepan que lo nuestro no es ni el mando ni los honores, sino el servicio humilde, la entrega generosa, la donación gratuita de uno mismo mediante el amor hasta el extremo24. Convénzanse entonces de que la caridad es la esencia de la santidad y aprovechen de todas las oportunidades que les da la vida comunitaria para practicar esta virtud.

San Juan de la Cruz, que fue maestro de novicios, tiene unos avisos breves que le da a un religioso que le pide consejo acerca de cómo alcanzar la perfección (y que les recomiendo que lean). Allí el santo le dice: “Y todas estas mortificaciones y molestias debe sufrir con paciencia interior, callando por amor de Dios, entendiendo que no vino a la Religión para otra cosa sino para que lo labrasen así y fuese digno del cielo. Que, si para esto no fuera, no había para qué venir a la Religión, sino estarse en el mundo buscando su consuelo, honra y crédito y sus anchuras… [por eso] procure siempre llevarlas [a esas molestias de la vida comunitaria] con paciencia y conformidad con la voluntad de Dios, y no llevarlas de manera que, en lugar de aprovecharle Dios en la probación, le venga a reprobar por no haber querido llevar la Cruz de Cristo con paciencia”25. Hasta aquí San Juan de la Cruz.



Ahora esto no es fácil, por eso hay que estar bien cimentado espiritualmente hablando, en nuestro Señor Jesucristo y en el espíritu de nuestro Instituto. En esta Familia Religiosa tenemos que estar dispuestos a vivir con toda radicalidad las exigencias de la Encarnación y de la Cruz –lo dice clarito el derecho propio–, por eso no podemos esperar una vida de brazos cruzados, donde todo es ʽdivagueʼ, donde todo es consuelo… nuestra espiritualidad es la espiritualidad recia de la Encarnación, donde hay anonadamiento, donde hay humillación, donde hay sacrificios … Todo eso es parte del programa. Ya que nuestro llamado, como dice nuestro fundador, “no es un llamado a pasarla bien, sino a pasarla mal”26.



Pero presten atención a esto: el Verbo Encarnado no deja solo a ninguno de los que ha llamado, sino que lo acompaña siempre y por la acción del Espíritu Santo los predispone para la misión que los destina. Por eso ya desde ahora miren siempre con confianza a Cristo que los ha llamado a seguirlo en nuestro querido Instituto.

Hay una frase del derecho propio que yo hallo muy consoladora y a mí me gusta repetirla especialmente cuando visito las casas de formación, que dice así: “la santidad es alcanzable porque es, sobre todo, obra de Dios”27. Por tanto, hay que abandonarse en las manos de Dios. Piensen en eso cuando les cueste el estudio, cuando les cueste rezar, cuando les cueste obedecer, cuando experimenten dificultades de cualquier tipo, o después que cometan alguna falta, algún error. Repítanse una y otra vez: “la santidad es alcanzable porque es, sobre todo, obra de Dios, yo solo tengo que ser dócil a lo que Dios dispone para mí que siempre será lo mejor” ¡y sigan adelante con esperanza!

[Peroratio] Por eso, repito, la importancia de la formación espiritual, porque hay que acostumbrarse ya desde ahora a discernir y a decidir a la luz de motivos sobrenaturales, es decir, buscando siempre la mayor gloria de Dios y también, y por sobre todo, a actuar y a vivir como religiosos fieles, sin cansarse nunca de hacer el bien, como el Verbo Encarnado.

Que la Virgen Santísima nos alcance de su Divino Hijo esta gracia.

1 Constituciones, 46.

2 Directorio de Noviciados, 17.

3 Ibidem.

4 Cf. Ibidem.

5 Ibidem.

6 Directorio de Noviciados, 18.

7 Directorio de Noviciados, 19

8 Ibidem.

9 Ibidem.

10 Constituciones, 231.

11 Constituciones, 210.

12 Historia de un alma, XI, 5.

13 37.

14 Directorio de Vida Consagrada, 37.

15 Constituciones, 181.

16 Constituciones, 137.

17 Directorio de Noviciados, 18.

18 Directorio de Noviciados, 10.

19 Constituciones, 10.

20 Ibidem.

21 Directorio de Espiritualidad, 220; op. cit. San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, cap. 19, 3

22 Santa Teresa de Jesús, Libro de las Fundaciones 5, 2.

23 Constituciones, 90.

24 Cf. Directorio de Vida Consagrada, 228.

25 Cf. Avisos a un religioso, 3-4.

27 Directorio de Seminarios Menores, 35.

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