Ser madre es una elección de vida

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[Exordio] Hoy Dios nos concede la gracia de encontramos en este lugar para celebrar la augusta memoria de Santa Gianna Beretta Molla. Celebración que se hace aún más hermosa y sobrecogedora ante la presencia de su hija Gianna Emanuela. No todos los días uno tiene la oportunidad de celebrar la misa en compañía de la familia directa del santo, es por eso que esta es una gracia especial.

En una audiencia general de hace unos años el Santo Padre decía: “ser madre no significa sólo traer al mundo un hijo, sino es también una elección de vida”[1]. Y “dar la vida,” continúa diciendo el Papa es “tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana, […] es el testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral”.

Si esto se dice de toda madre, cuánto más se pueden aplicar estas palabras a Santa Gianna.

Elección heroica y ejemplar

A esta mujer, esposa y madre que hizo una elección monumental, una opción heroica y ejemplar y que testimoniará a lo largo de los siglos –como decía Juan Pablo Magno– “que sólo se realiza a sí mismo quien tiene la valentía de entregarse totalmente a Dios y a los hermanos”.

Opción que habla de muchas opciones previas, quizás más pequeñas, pero definitivamente cargadas de amor verdadero y por lo tanto sacrificiales. Me complace citar en este punto a su mismo esposo, Pietro Molla, quien hablando de la elección hecha por su amada esposa decía: “el suyo es ciertamente un testimonio heroico de amor maternal. Su elección de amor fue extremadamente difícil considerando que era una madre que amaba a sus otros tres hijos intensamente y que amaba la vida misma. Su elección no puede ser entendida y valorada propiamente sino a la luz de las firmes convicciones de Gianna, de su conciencia como madre, de su inconmovible confianza en la Providencia. […] Ciertamente fue una elección dramática […] un sacrificio tremendo y que pone de manifiesto su confianza en la Providencia”[2].

Nuestras opciones

Del mismo modo, cada uno de nosotros aquí presentes, estamos llamados a hacer diariamente nuestras opciones, pequeñas y grandes, algunas más dramáticas que otras, pero siempre fieles a nuestras convicciones, a la fe que profesamos; haciendo de nuestras vidas “un culto incesante a la divina Providencia”[3]. Seguros de que Dios que ve en lo secreto nos recompensará[4]. Porque es de estas pequeñas fidelidades que nacen las grandes santidades[5] que aguijonearán a muchos otros a seguir al Verbo Encarnado cargando su propia cruz. Santa Gianna decía: “El secreto de la felicidad es vivir momento a momento y agradecer a Dios por todo lo que Él, en su bondad, nos envía día tras día”. ¡Eso es confiar en la Providencia!

Por eso, para mí, en mi modesto pensar, el magnífico ejemplo de Santa Gianna nos enseña a las claras una gran verdad de la vida y es que la opción por el bien –el verdadero ejercicio de nuestra libertad– trae aparejado tantísimas veces el sufrimiento y la cruz. Sufrimiento que se debe sobrellevar con serena aceptación, con confianza en la Providencia que de los males sabe sacar bienes. Y, cruz que se debe llevar todos los días, cualquiera sea nuestra vocación, o nuestra ocupación en la vida. Porque como lo demuestra la vida de Santa Gianna es en la oblación de uno mismo que se es fecundo, que se da fruto.

De aquí que el ejemplo heroico de amor y fidelidad de Santa Gianna hable con elocuencia a cada persona que vive en nuestra época tumultuosa y confusa. Como hija y hermana en una familia, ella era un modelo de servicio y diligencia en el estudio. Cuando era joven, fue amable, alegre y sociable, pero totalmente devota y muy activa en la fe católica que profesó con tanta claridad. Como exitosa doctora, demostró cómo la ciencia médica sirve a la dignidad de la vida humana. Como esposa y madre, hizo de Jesús el corazón del hogar, la fortaleza de la familia, el objetivo que debían alcanzar. Supo también equilibrar su apretada agenda como madre trabajadora manteniendo una ardiente vida de oración, especialmente a través de la misa y la comunión diarias y del rezo de su Rosario también diario. En definitiva, Santa Gianna nos dice: “Cuando uno cumple con su propio deber, uno no debe preocuparse, porque la ayuda de Dios no faltará”.

El ejemplo luminoso de esta esposa y madre nos recuerda que “el amor es una luz –en el fondo la única– que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar”[6]. Tengámoslo siempre presente en nuestras elecciones.

[Peroratio] Santa Gianna fue la última santa que canonizó San Juan Pablo II. Al final de su homilía de canonización el Santo Padre pedía: “Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde[7]. Las vicisitudes terrenas por las que pasó la santa nos estimulan a perseverar en nuestro camino, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María”[8]. Petición que hoy renovamos delante de sus restos mortales. A ella le pedimos que desde el cielo vele sobre cada uno de nosotros y nos sostenga con su poderosa intercesión para elegir siempre y en todo lugar el bien, el amor, el Sumo Bien.

¡Feliz día de Santa Gianna Beretta Molla para todos!

[1] Miércoles 7 de enero de 2015.

[2] Cf. Pietro Molla & Elio Guerreiro, Saint Gianna Molla: Wife, Mother and Doctor, II Parte, 5. [Traducido del inglés]

[3] Constituciones, 63.

[4] Mt 6, 6.

[5] Cf. Beato Paolo Manna, Virtudes Apostólicas, Carta Circular n. 19, Milán, 15 de diciembre de 1932.

[6] Deus Caritas Est, 6; 39.

[7] Jn 14, 28.

[8] Homilía de Canonización, 16 de mayo de 2004.

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