La Iglesia Católica respira con dos pulmones: el oriental y el occidental

Contenido

La Iglesia Católica respira con dos pulmones: el oriental y el occidental
Cf. Directorio de Espiritualidad, 260

Queridos Padres, Hermanos, Seminaristas y Novicios:

Tengo el gusto de saludarlos a todos en este gozoso día en que la Iglesia entera celebra el primer y certísimo dogma mariano que afirma que la Virgen María es Madre de Dios[1]: Theotokos.

La expresión Theotokos, que literalmente significa “la que ha engendrado a Dios”, se refiere al augusto misterio por el cual la Virgen María es la “Madre del Verbo encarnado, que es Dios”. Verdad que forma parte del patrimonio de la única fe católica de la Iglesia tanto en Oriente como en Occidente[2]

Dado que en unos pocos días nuestros religiosos de la Rama Oriental –numerosos miembros de rito bizantino y de rito copto[3]– han de celebrar el nacimiento del Verbo Encarnado y que, además, este año hemos de celebrar con gran gozo el 25° aniversario de la fundación del Instituto en Ucrania, quisiera dedicar la presente carta circular al “lugar privilegiado e imprescindible que ocupa la doctrina ilustrísima del Santo Doctor Tomás de Aquino en el trabajo de evangelización en los territorios orientales”[4], verdad claramente señalada en el derecho propio y que debe marcar y distinguir la misión de los nuestros en los lugares donde se celebran esos preciosos ritos, verdadero tesoros de la Iglesia.

Pues la misma “razón teológica” que movió a nuestros superiores a enviar misioneros al país eslavo de Europa Oriental –y que en definitiva es el mismo que los motivó a enviar misioneros a Medio Oriente hace ya también poco más de 25 años– se reduce a un principio expresado con la metáfora: “la Iglesia Católica respira con dos pulmones: el oriental y el occidental”[5].

Para nosotros es y será siempre un orgullo no sólo tener miembros provenientes de las Iglesias católicas orientales, sino también sumar nuestro esfuerzo para contribuir a la evangelización en sus Iglesias particulares; porque entendemos que “prolongar la Encarnación en ‘todo hombre’ implica no sólo prolongarlo en el hombre y en la mujer, en el niño, en el joven o en el anciano, sino también en el hombre occidental y oriental, en cualquiera de las diversidades de ritos y en cualquiera de las Iglesias particulares a través de la cual se incorporan a la única Iglesia católica”[6]. Ya que la “pertenencia a la Iglesia, nunca es sólo particular, sino que por su misma naturaleza es siempre universal”[7].

Quiera la Madre de Dios servirse de estas líneas para llevar a todos nuestros religiosos de la Rama Oriental nuestro más sentido agradecimiento por la gracia inmensa que es para el Instituto contarlos entre nuestros miembros y por el gran enriquecimiento que ha significado para todos nosotros el entrar en contacto con sus culturas, sus ritos y sus tradiciones.

1. Formación en la doctrina de Santo Tomás de Aquino

Nuestro Directorio de Espiritualidad afirma con firmeza que “la Iglesia de Cristo es la universal comunidad de los discípulos del Señor que se extiende a todos los tiempos, a todos los lugares, a todas las razas, lenguas y culturas, es decir, es católica, es universal”[8]. Y agrega: “la Iglesia es católica también en la doctrina”[9], aunque haya variedad de escuelas teológicas, distintos y venerables ritos litúrgicos, etc., porque todo eso es parte de la riqueza de la catolicidad de la Iglesia.

Nosotros con sano orgullo afirmamos que “somos miembros de una única Familia Religiosa misionera, pero por sobre todo, somos hijos de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica que ‘respira’ con dos pulmones: el oriental y el occidental”[10].

Por eso nuestros seminaristas y novicios de rito oriental –cualquiera sea éste– no sólo se forman en la espiritualidad y disciplina propia de la Iglesia sui iuris a la que pertenecen[11] o en la práctica de los propios ritos, pues se trata de que en lo posible tengan sus celebraciones propias y en el propio rito[12], sino que además se forman en la doctrina de Santo Tomás de Aquino[13]. Y esto es así porque, si bien es cierto que “existe una teología y una espiritualidad propia oriental, conforme a la idiosincrasia de cada pueblo, lo cual manifiesta que la Encarnación respeta las diferentes culturas, no se puede oponer la teología oriental a la occidental, ni la espiritualidad oriental a la occidental”[14].

Nosotros creemos –sin temor a equivocarnos– “que el gran sintetizador de ambas teologías ha sido Santo Tomás de Aquino, quien, como decía el Cardenal Slipyj[15], es el único que ha usado como fuentes de la teología cristiana tanto a los Padres latinos como a los Padres griegos, y esto de manera abundantísima. Por eso es que los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado que trabajan en territorios orientales no deben temer, con el falso pretexto de que se trata de una doctrina no conforme a la mentalidad oriental, proponer la doctrina perenne del Doctor Angélico”[16].

Tanto es así que el Directorio de la Rama Oriental dedica catorce párrafos a destacar la importancia del estudio de Santo Tomás para la formación de nuestros miembros de ritos orientales y lo hace “siguiendo el pensamiento profundo del Card. Slipyj”[17]. Es por esto que, antes de pasar al tema principal de esta carta quisiera ofrecer una breve reseña biográfica sobre este gran Príncipe de la Iglesia.

2. El ucraniano más grande de nuestros tiempos

¿Quién fue este Cardenal de quien San Juan Pablo II al celebrar la Misa en sufragio por su alma dijo: “su memoria permanecerá indeleble en los anales de la historia civil y religiosa; jamás podremos olvidar su figura ascética y jerárquica, severa y solemne: sobre todo no podremos olvidar nunca la enseñanza que ha dado con la totalidad de su vida”[18]?

El Cardenal Josef Slipyj nació en Zazdrist, provincia de Ternopil, Ucrania, el 17 de febrero 1892, de familia greco-católica. Movido por su ardiente vocación sacerdotal, ingresa al seminario greco-católico de Lviv, inscribiéndose en la Facultad de Teología de la Universidad de esa misma ciudad. Allí permaneció poco tiempo, ya que por iniciativa del Metropolita Andryj Szeptyckyj (1865-1944), que advirtió sus extraordinarias dotes intelectuales y la estatura de su personalidad, fue enviado a Innsbruck, Austria, a cursar estudios filosóficos y teológicos superiores[19].

Fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1917 y al año siguiente se graduó de doctor en teología.  Estudió además en Roma, en tres centros académicos pontificios. Una vez que estuvo de regreso definitivamente en Ucrania se desempeñó como profesor en el Seminario de la Metropolía Greco-católica de Lviv (Leópolis).

El 1 de noviembre de 1944 fue consagrado Arzobispo de Halyč y Kamieniec. Pero al año siguiente, el 11 de abril de 1945 fue encarcelado, ya que el gobierno de la URSS declaró ilegal la existencia de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana y procedió a su liquidación y prohibición definitiva. Pasó los siguientes veintiocho años encarcelado en Siberia -y no sólo, pues lo trasladaron muchas veces-, sufriendo y ofreciendo todo por la unidad de la Iglesia.

Fue liberado gracias a la intercesión de San Juan XXIII el 12 de enero de 1963, para posibilitar su participación en el Concilio Vaticano II. En ese momento comenzó una etapa verdaderamente gloriosa para el Cardenal. Fundó inmediatamente la Universidad Católica Ucraniana “San Clemente Papa” (1963), reinició las actividades de la “Sociedad Teológica Científica” y la publicación de la revista Bohoslovia. Dos años más tarde fue creado cardenal por San Pablo VI y el 23 de diciembre de ese mismo año el Papa le concedió el títuo de Arzobispo Mayor de Kiev-Halyč[20].

Durante esta segunda permanencia definitiva en la Ciudad Eterna, el Card. Slipyj se dedicó a la reorganización de la jerarquía Greco-Católica Ucraniana y a la conservación del patrimonio espiritual y cultural del pueblo ucraniano esparcido por todo el mundo, visitando en sus numerosos viajes las comunidades de ucranianos emigrantes, dejándonos con ello un luminoso ejemplo misionero y de ardor pastoral. Sólo para ilustrar baste decir que en 1968 dedicó cuatro meses a su primera visita pastoral visitando numerosas comunidades ucranianas en Canadá, Estados Unidos y varios países en Sudamérica. Incluso llegó hasta Argentina, donde el gobierno lo recibió como huésped de honor y emitió un sello postal conmemorativo. Movido por su celo misionero, cruzó también el Pacífico para asistir a los greco-católicos en Australia y en Nueva Zelanda. En 1981 fue nombrado miembro de la Academia Pontificia “Santo Tomás” en mérito a su obra de difusión del pensamiento del Aquinate en el ámbito intelectual ucraniano.

Falleció el 7 de septiembre de 1984, en la sede de la Universidad Católica Ucraniana en Roma, a la edad de 93 años.

De él podemos decir que “fue un apasionado estudioso, un sacerdote y un obispo que supo cómo guiar luminosamente su rebaño disperso y asustado. Fue sin duda el mejor ucraniano de nuestros tiempos. Fue un confesor de Cristo que sufrió cárceles, torturas, hambre, frío, escarnios, degradaciones y envilecimientos. Fue un gran cardenal, un verdadero príncipe de la Iglesia, cuyo nombre dio lustre al Sacro Colegio. Solía decir: ‘Ahí donde está mi Iglesia, ahí debo estar yo para defenderla’”[21].

Este gran Cardenal ucraniano cuenta en su haber cerca de una decena de escritos académicos de carácter tomista entre los que podemos enumerar: De valore S. Thomae Aquinatis pro Unione eiusque influxu in theologiam orientalem (1921) –abundante y explícitamente citado en nuestro Directorio de la Rama Oriental[22]-; S. Tomás y la teología de Oriente (1924); S. Tomás de Aquino y la Escolástica (1925); San Tommaso e la scienza filosofica e teologica nell’Oriente (1969), Ensayo sobre la historia de la filosofía medieval escolástica (1974), etc.[23]

Al hablar de su obra S. Tomás de Aquino y la Escolástica explicó: “con ocasión del 600º Jubileo de la canonización [de Santo Tomás], durante los años académicos 1922-1924 instituí para nuestros estudiantes de teología un curso sobre Santo Tomás de Aquino. Me pareció muy necesario, ya que entre nosotros aún permanece una ya anticuada visión sobre el Medioevo, en particular sobre la Escolástica, y porque además no se le dedicó en general la más mínima atención a las investigaciones más recientes realizadas en este campo. Me fue fácil tratar sobre esta materia ya que, poco antes, durante dos años (1920-1922), me dediqué en Roma a la teología medieval”[24].

3. ¿Por qué el mundo oriental debe estudiar a Santo Tomás?

Nuestro derecho propio responde a esta pregunta haciendo uso del magistral estudio y análisis del Cardenal Slipyj. Es él quien nos guía proveyéndonos de algún modo los motivos por los que “queremos resaltar la importancia del Doctor Angélico para la evangelización y para la obra del ecumenismo, especialmente con las Iglesias ortodoxas”[25]. Veamos algunos de sus textos:

  • Porque “las obras de Santo Tomás atemperaron la frialdad y el hielo de la separación de las iglesias y dieron a los defensores de la Unión armas aptísimas y segurísimas. Los Orientales se han apropiado de muchos de sus argumentos (sobre la procesión del Espíritu Santo y la doctrina de los sacramentos). En las obras del Aquinate se manifestó ostensiblemente a los Orientales la profundidad de la teología occidental y se hizo revivir la producción decadente de éstos. Pienso que no estoy muy lejos de la verdad cuando afirmo que los teólogos orientales cuanto más profundamente han conocido las obras de Santo Tomás tanto más firmemente han adherido a la unión de las Iglesias[26].
  • Porque “la unión de las Iglesias agitaba sincera y vivazmente la mente y el corazón del Aquinate, al punto tal que los opúsculos Contra los errores de los griegos, Al cantor de Antioquía, el Comentario a las Sentencias, las Quaestiones Disputatae sobre la verdad y sobre la potencia, la Summa contra Gentiles y la Summa Theologiae abundan copiosísimamente en temas controvertidos entre Occidentales y Orientales. Incluso antes de su santa muerte, obedeciendo a un mandato del Papa, Santo Tomás no dudó en tomar el camino hacia a Lyon para trabajar por la unión, aún cuando sentía que el cuerpo le negaba el sostén necesario para tal deseo de su alma”[27].
  • Porque “la Iglesia católica tributa las máximas alabanzas al Aquinate. Los Sumos Pontífices, el Código de Derecho Canónico, lo han declarado de modo honorífico como guía en los estudios (studiorum ducem), decretando que había que volver a la teología y a la filosofía de Santo Tomás, y que éstas han de ser explicadas en el espíritu y según la mente del Doctor Angélico. Pienso que en esta exhortación también se contiene el deseo implícito de que el trabajo científico de la acción unionista se fundamente en las obras del Aquinate”[28].
  • “Más aún, en Oriente se debe cultivar en particular el estudio de Santo Tomás, ante todo:
  • porque la escolástica del primer período nació en Oriente y se desarrolló a partir de la teología y filosofía patrística;
  • porque ciertamente la teología y la filosofía oriental reflorecieron bajo el influjo de Santo Tomás y de la escolástica y gracias a ello la unión ha sido promovida. En efecto, con el crecimiento del influjo del Aquinate en Oriente, al mismo tiempo, se ha seguido que la unión de las Iglesias se ha visto reafirmada”[29].

Mas también es sumamente importante el estudio de Santo Tomás para la obra del ecumenismo, especialmente con las Iglesias ortodoxas. Por eso, atinadamente nos advierte el Cardenal Slipyj: “Ninguno ignora que la doctrina escolástica y de Santo Tomás no agrada para nada a los Orientales Ortodoxos, que hasta incluso aborrecen de ella. Dos son las razones de tal disenso”[30]

– “La primera razón es que los ortodoxos piensan que la escolástica es contraria a la mentalidad de los Orientales, y que abrazándola se reniega de la tradición teológica de Oriente y se abandona un método consagrado por siglos. Andando más lejos, según ellos la escolástica occidental consiste en un formalismo, en la defensa de cuestiones dogmáticas super-dialécticas, en el examen de distinciones exageradas y de opiniones fútiles y ridículas”[31]

“Semejante juicio los teólogos ortodoxos lo han heredado de los protestantes y lo han endurecido con su prejuicio. Sin embargo, examinada mejor la cuestión, esta persuasión carece completamente de fundamento: la escolástica no se encuentra en oposición alguna con la tradición oriental”[32].

– “La segunda razón del disenso entre Oriente y Occidente se presenta en la lengua, la cual encuentra una dificultad en la traducción de los conceptos. Por ejemplo, suena idéntico sustancia e hipóstasis, pero el significado es completamente distinto; igualmente causa y principio. El Aquinate precisa los términos y permite la inteligencia de estos términos para aplicarlos a las verdades teológicas en donde aparentemente hay discrepancias. Por este motivo es importante la doctrina de Santo Tomás, porque es la única que salva las diferencias aclarando los verdaderos términos que podrían hacer posible la unión con los ortodoxos”[33].

Entonces se presentan “las ventajas del estudio de Santo Tomás y de la escolástica para los orientales:

  • El esfuerzo realizado por Santo Tomás y después por la escolástica en declarar y exponer las verdades de la fe, dándole un orden y un nexo lógico, muestran cómo el Oriente y el Occidente no sólo no se oponen, sino que se complementan y se sintetizan en una misma doctrina católica. Habiendo tomado de los Padres griegos y latinos, el Doctor Angélico ha sabido sintetizar el pensamiento tanto oriental como occidental, explicando los términos con precisión y dando la posibilidad de resolver las dificultades que se objetaban contra las verdades reveladas.
  • En la base de la filosofía e incluso de la teología de Santo Tomás está la doctrina de Aristóteles, el máximo filósofo griego introducido en la teología –adviértase atentamente– por los Padres griegos.
  • Asimismo los teólogos escolásticos construyeron su propia obra, como ya se dijo, sobre las obras patrísticas, especialmente sobre Agustín, por más que el método derivase de los Padres griegos”[34].

Además, Santo Tomás ya dio solución a muchas de las dificultades de los ortodoxos que hoy en día se sostienen[35]

En efecto, “por la influencia de la patrología griega en las obras de Santo Tomás podemos afirmar la dependencia de la teología occidental de la griega. Otro motivo por el cual no sólo no se oponen ambas teologías, sino que hay una mutua y recíproca complementariedad”[36].

De modo tal que “si las obras de San Agustín –dice el Card. Slipyj– no han dejado vestigios más profundos en Oriente, esto se debe a la ignorancia de la lengua latina entre los griegos. Cosa que no sucedió con Santo Tomás porque en el medioevo este obstáculo fue superado, además de que los promotores de la unión estaban obligados a leer las obras latinas”[37].

“Por todo lo dicho”, concluye el derecho propio, “los seminaristas mayores se formarán en la doctrina de Santo Tomás de Aquino”[38].

No está de más volver a recordar que el estudio de Santo Tomás –para todo miembro de nuestro querido Instituto del Verbo Encarnado– es de una importancia central en nuestra formación[39] y es uno de los elementos adjuntos al carisma no negociables[40]. Es precisamente eso lo que nos permitirá “morder la realidad”[41] y no dar golpes al aire[42] en la sublime aventura de la evangelización de las culturas.

Este abrazar la gracia del tomismo va también íntimamente relacionado con otro elemento no negociable adjunto al carisma: la fidelidad al Magisterio, pues éste “ha proclamado que la doctrina de Santo Tomás es su propia doctrina”[43]. Asimismo, de esto se deduce el gran “plus” que significa para nuestros miembros la formación en Roma que les permite “ser testigos, día a día, de la tradición viva de la fe tal como es proclamada por la sede de Pedro”[44] lo cual trae aparejadas esas virtudes de “apertura universal, fidelidad al magisterio, espíritu misionero, longanimidad y magnanimidad”[45] tan necesarias para permear las culturas con el Evangelio.

4. Liturgia y espiritualidad propias

Todos conocemos con cuánto amor nuestros miembros de Iglesias católicas sui iuris orientales celebran el culto litúrgico, sobre todo la celebración eucarística. Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de apreciar cuán hermosa y apacible es al alma la celebración de la Eucaristía según el rito copto o según el rito bizantino en nuestra Familia Religiosa. Y con toda complacencia nos vemos compelidos a afirmar que dichos ritos en verdad son una riqueza para la Iglesia, como una misma melodía recitada en diversos tonos[46] que alaba espléndidamente la trascendencia y la grandeza insondable de Dios.

Esta variedad de ritos en la Iglesia “no sólo no daña a su unidad, sino que más bien la explicita; [y] es deseo de la Iglesia católica que las tradiciones de cada Iglesia particular o rito se mantengan salvas e íntegras a las diferentes necesidades de tiempo y lugar”[47] porque ellas la embellecen todavía más.

De aquí la importancia de que nuestros miembros “reciban la formación litúrgica, espiritual y disciplinar propia de la Iglesia sui iuris a la cual pertenecen”[48] y que la sepan transmitir a las generaciones futuras en toda su pureza. Porque la digna celebración de la Santa Misa y el lugar sobresaliente que ella ocupa en nuestras vidas y en nuestra misión evangelizadora es también uno de los elementos no negociables adjuntos al carisma[49]. Por lo tanto, todos nuestros sacerdotes –cualquiera sea el rito al que pertenezcan– deben ser maestros en el ars celebrandi (y nuestros hermanos religiosos y nuestras religiosas deben esforzarse por su parte, en vivir del modo más perfecto el ars participandi)[50].

En este sentido, el derecho propio, siguiendo las enseñanzas del Magisterio petrino, nos dice: “sepan y tengan por seguro todos los orientales, que pueden y deben conservar siempre sus legítimos ritos litúrgicos y su disciplina, y que no deben introducir cambios sino por razón de su propio y orgánico progreso”[51].

Quisiera además remarcar que si bien nuestros novicios han de ser formados según la espiritualidad de la propia Iglesia sui iuris[52] a la que pertenecen, se “buscará que los novicios conozcan también los grandes maestros espirituales de la Iglesia universal”[53], para estar así siempre imbuidos de la identidad y carisma propios del Instituto que todos debemos respetar y conservar. Y lo que se dice de los novicios también se debe decir de todo miembro del Instituto de rito oriental.

En este sentido los Padres Capitulares en el último Capítulo General afirmaban que “la protección de los ritos propios, la promoción de ellos, debe coexistir con una clara conciencia de la pertenencia al IVE, y la disposición y el espíritu misioneros, salvas las disposiciones de la Iglesia en mérito”[54].

Muy bien saben Ustedes que es inherente a nuestra calidad de religiosos del Instituto del Verbo Encarnado el tener “una espiritualidad seria”[55] que enfatiza las cosas esenciales, dejando de lado todo formalismo[56]; que se esfuerza por tener visión “providencial” de toda la vida[57] y que teniendo “siempre adelante el misterio de la Encarnación sabe evitar dialécticas y asumir lo auténticamente humano… Porque, así como toda herejía cristológica parte de un error en la concepción del misterio de la Encarnación, así también puede pasar en nuestra vida y apostolado”[58]. Por tanto, nuestros misioneros, especialmente aquellos en territorios orientales deben saber “cómo obrar respetando lo propio de cada tradición”, los ritos característicos, “sin perder la propia identidad ni carisma del Instituto”[59].

Cuidémonos mucho de hacer “una falsa dialéctica entre los diversos ritos como si compitiesen el uno con los otros, poniendo rivalidades; o queriendo intentar establecer un orden jerárquico de subordinación ilícita o inadecuada entre los ritos litúrgicos. O bien, de reformar ritos y costumbres mezclándolas con algunos elementos de otros ritos”[60].

Lo nuestro nada tiene que ver con caer en particularismos, reduccionismos, parcialidades o unilateralismos que atenten contra la catolicidad. Lo repito: la Iglesia católica respira con dos pulmones: “no se puede respirar como cristiano, diría más, como católico, con un sólo pulmón; hay que tener dos pulmones, es decir, el oriental y el occidental”[61].

Consecuentemente el Directorio de la Rama Oriental con sapiencial atino nos exhorta a “un fino discernimiento para promover todo lo auténticamente humano y tradicional que pertenece al patrimonio bimilenario de la Iglesia, distinguiéndolo y protegiéndolo de todo aquello que empobrece la diversidad y la unidad de la Iglesia”[62]. Lo cual es una gran ayuda para la causa del ecumenismo y ciertamente, para atraer vocaciones orientales.

Así, pues, por un lado, nuestros miembros de la Rama Oriental tienen el deber de la fiel observancia de sus tradiciones litúrgicas, de conservarlas y transmitirlas fielmente a las generaciones futuras ya que “forman parte integrante del patrimonio de la Iglesia de Cristo”[63].

Pero por otro lado, también “es necesario” –decía nuestro querido Juan Pablo Magno– “que los hijos de la Iglesia católica de tradición latina puedan conocer con plenitud ese tesoro y sentir así, al igual que el Papa, el anhelo de que se restituya a la Iglesia y al mundo la plena manifestación de la catolicidad de la Iglesia, expresada no por una sola tradición, ni mucho menos por una comunidad contra otra; y el anhelo de que también todos nosotros podamos gozar plenamente de ese patrimonio indiviso, y revelado por Dios, de la Iglesia universal que se conserva y crece tanto en la vida de las Iglesias de Oriente como en las de Occidente”[64].

Por gracia de Dios, desde hace ya 25 años podemos contemplar gozosamente agradecidos, como una preciosa y viva realidad, aquel anhelo expresado en el derecho propio con las siguientes palabras: “es nuestro deseo poder tener en nuestro Instituto una rama oriental para poder ayudar a nuestros hermanos de las Iglesias orientales”[65].

En la actualidad, nuestra querida Familia Religiosa cuenta con una nutrida cantidad de miembros de la rama oriental, incluyendo también a las hermanas del Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará. A este número hay que sumar además todos los miembros de la Tercera Orden secular que desde nuestras misiones en las Iglesias orientales se suman a nuestro esfuerzo misionero.

A lo largo de todos estos años nuestras misiones en las Iglesia Orientales han ido en aumento: Deo gratias! Mas sigue vigente la exhortación del Padre Espiritual de nuestra Familia Religiosa: “Hoy, especialmente en Oriente, es urgente la necesidad de evangelización”[66].

Por eso en este primer día del año y a pocos días de celebrar el Nacimiento del Dios encarnado según el calendario de las Iglesias orientales, quiero animar a todos nuestros miembros de la Rama Oriental a conservar con fervor su tradición como un patrimonio espiritual peculiar, que sea la fuerza de su vida y de su actividad misionera.

Tengan siempre presente que la pastoral vocacional –como dice el Santo Padre– ha de ser vista como el alma de toda la evangelización y de toda la pastoral de la Iglesia[67] y ésta representa para nosotros un “apostolado indispensable”[68]. En Ustedes, Dios ha bendecido a nuestro Instituto con vocaciones orientales de gran calidad. La vocación es amor que sólo puede ser devuelto con amor. Sepan agradecer tan precioso don trabajando por fomentar y guiar muchas vocaciones más. 

Recuerden siempre el gran testimonio de fidelidad a Cristo, a la Iglesia y al Sucesor de Pedro que dieron los incontables santos y mártires de Oriente: San Atanasio, San Cirilo, San Pacomio, Santa Catalina de Alejandría, San Basilio Magno, San Juan Crisóstomo, San Josafat, los 27 beatos mártires greco-católicos, San Marón, San Charbel Maklouf, Santa Rafqa y tantos, tantísimos más. Aprendan la lección espiritual y apostólica de los santos: “¡no anteponer nada a Cristo!”[69] Hagan como ellos todo lo posible para “amar y servir, y hacer amar y hacer servir a Jesucristo: a su Cuerpo y a su Espíritu. Tanto al Cuerpo físico de Cristo en la Eucaristía, cuanto al Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia”[70]. Esta es y será siempre nuestra misión. En otras palabras: elijan siempre con valentía la santidad.

Duc in altum! La misión “refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones; ¡la fe se fortalece dándola!”[71]

Los encomiendo a todos a María Madre de Dios que desde el principio reza con la Iglesia y por la Iglesia. Y los invito a todos a rezar por el aumento de vocaciones sacerdotales y religiosas provenientes de las Iglesias orientales y para que todos juntos fundados en la roca que es Cristo[72] hagamos brillar la luz de la verdad del Evangelio en cada rincón del mundo.

¡Feliz día de la Virgen para todos!

Y a los miembros de nuestras ramas orientales ¡Muy feliz Navidad! «Щасливого Різдва!» عيدَ ميلادٍ مَجيد!

Un gran abrazo,

P. Gustavo Nieto, IVE
Superior General

1 de enero de 2019 – Solemnidad de María Madre de Dios
Carta Circular 30/2019

 

[1] Tal dogma fue proclamado en el Concilio de Éfeso, en el año 431. 

[2] San Juan Pablo II, Audiencia General, (27/11/1996).

[3] A los que se suman también nuestros miembros de rito maronita, aunque no tengamos comunidades en ese rito.

[4] Directorio de la Rama Oriental, 220.

[5] Cf. San Juan Pablo Magno, Discurso a los representantes de las comunidades cristianas no católicas, París, (13/05/1980); Angelus del Domingo 13 de octubre de 1985; Directorio de Espiritualidad, 260.

[6] Directorio de la Rama Oriental, 98.

[7] Directorio de Espiritualidad, 262.

[8] Directorio de Espiritualidad, 259.

[9] Directorio de Espiritualidad, 260.

[10] Directorio de la Rama Oriental, 88.

[11] Cf. Directorio de la Rama Oriental, 219.

[12] Cf. Directorio de Seminarios Mayores, 218.

[13] Directorio de la Rama Oriental, 234.

[14] Directorio de la Rama Oriental, 124.

[15] Josyf Slipyj, De valore S. Thomas Aquinatis pro Unione eiusque influxu in theologiam orientalem, en Opera Omnia, Roma 1968, vol. I, 191-210; y también Josyf Slipyj, S. Tommaso e la Scienza Teologica e Filosofica nell’Oriente, en Angelicum 46 (1969) Fasc. 1-2.

[16] Directorio de la Rama Oriental, 124.

[17] Directorio de la Rama Oriental, 221.

[18] Citado por G. Choma, Josyf Slipyj. Padre e confesore della Chiesa Ucraina martire, Roma 1990, p. 195-196.

[19] P. Fernando M. Bravo, IVE, “Josef Slipyj y el Neotomismo”, 2008.

[20] Ibidem.

[21] P. C. Buela, IVE, Sacerdotes para siempre, epígrafe de la ilustración.

[22] Cf. Directorio de la Rama Oriental, 221-225; 227; 231; 233 y nota 62.

[23] Cf. P. Fernando M. Bravo, IVE, “Josef Slipyj y el Neotomismo”, 2008.

[24] J. Slipyj, S. Tomás de Aquino y la Escolástica (1925), en Op. Omn., II, 31.

[25] Directorio de la Rama Oriental, 221; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 191-210. T. I, Romae 1968.

[26] Directorio de la Rama Oriental, 222; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 210.

[27] Directorio de la Rama Oriental, 223; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 192.

[28] Directorio de la Rama Oriental, 224; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 193.

[29] Directorio de la Rama Oriental, 225; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 194.

[30] Directorio de la Rama Oriental, 226.

[31] Directorio de la Rama Oriental, 227; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 194.

[32] Directorio de la Rama Oriental, 229; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión.

[33] Directorio de la Rama Oriental, 228; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión.

[34] Directorio de la Rama Oriental, 230; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión; op. cit. “…Obschon sie (die Scholastik) in der Technik der Methode sich meher an die griechischen Väter anschloß”. Dr. M. Jos. Scheeben – Handbuch der katholischen Dogmatik I. Bd. Freiburg i. Br. 1873, 422.

[35] Directorio de la Rama Oriental, 231; op. cit. Josyf Card. Slipyj, Opera Omnia: Sobre la importancia de Santo Tomás de Aquino en la teología oriental y su influjo a favor de la Unión, 196-199.

[36] Directorio de la Rama Oriental, 232.

[37] Directorio de la Rama Oriental, 233.

[38] Directorio de la Rama Oriental, 234.

[39] Notas del V Capítulo General, 16.

[40] Cf. Notas del V Capítulo General, 5.

[41] Notas del V Capítulo General, 9.

[42] Cf. 1 Cor 9, 26.

[43] Constituciones, 227; op. cit. Benedicto XV, Encíclica sobre el VII centenario del nacimiento de Santo Domingo Fausto Appetente Die, (29/06/1921), 4b.

[44] Constituciones, 265; op. cit. San Juan Pablo II, Homilía durante el rezo de Vísperas en el Colegio Capranica de Roma (21/01/1992), 5; OR (31/01/1992), 9.

[45] Ibidem.

[46] Directorio de la Rama Oriental, 34.

[47] Directorio de la Rama Oriental, 114.

[48] Directorio de la Rama Oriental, 219.

[49] Cf. Notas del V Capítulo General, 5; 13 y 14.

[50] Cf. P. C. Buela, IVE, Juan Pablo Magno, cap. 30.

[51] Directorio de la Rama Oriental, nota 59; op. cit. Orientalium Ecclesiarum, 6.

[52] Directorio de la Rama Oriental, 210.

[53] Ibidem. Las Constituciones, 212 señalan: “en especial: San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Luis María Grignion de Montfort, Santa Teresa del Niño Jesús, de todos los santos de todos los tiempos que la Iglesia propone como ejemplares para que imitemos sus virtudes”.

[54] Notas del VII Capítulo General, 42.

[55] Notas del V Capítulo General, 5.

[56] Cf. Notas del V Capítulo General, 10.

[57] Cf. Notas del V Capítulo General, 11.

[58] Cf. Notas del V Capítulo General, 12.

[59] Cf. Directorio de la Rama Oriental, 182.

[60] Cf. Directorio de la Rama Oriental, 116.

[61] Directorio de la Rama Oriental, 85; op. cit. San Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el simposio internacional sobre “Ivanov y la cultura de su tiempo” del 28/05/1983; OR (24/07/1983), 11. Debemos recordar que las tres grandes tradiciones litúrgicas de la Iglesia se remontan a San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y primer Papa, fundamento visible de la unidad de la Iglesia. En efecto, Pedro fue el fundador y primer obispo de la iglesia de Antioquía y el primer obispo de Roma (cf. Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica, III,36). Y a su vez su colaborador San Marcos fue el fundador y primer obispo de la iglesia de Alejandría de Egipto.

[62] Directorio de la Rama Oriental, 124.

[63] San Juan Pablo II, A los Padres Basilianos Greco-Católicos en Varsovia, (11/06/1999).

[64] Orientale Lumen, 1.

[65] Directorio de Espiritualidad, 260.

[66] San Juan Pablo II, A los Padres Basilianos Greco-Católicos, en Varsovia, (11/06/1999).

[67] Cf. Papa Francisco, Mensaje a los participantes en el Congreso Internacional: “Pastoral Vocacional y Vida Consagrada. Horizontes y Esperanzas”, (1-3/12/2017).

[68] Directorio de Vida Consagrada, 308.

[69] Directorio de Espiritualidad, 8; op. cit. San Cipriano, Sobre la oración del Señor, cap. XIII-15, CSEL 3, 275-278.

[70] Constituciones, 7.

[71] Redemptoris Missio, 2.

[72] Cf. 1 Cor 10, 4.

Otras
publicaciones

Otras
publicaciones