300 años de la muerte de San Luis María Grignion de Montfort

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Queridos Padres, Hermanos y Seminaristas:

Ya en el artículo 4 de nuestras Constituciones, que trata del carisma propio del Instituto, nos confesamos como “esencialmente misioneros y marianos”[1] y que queremos trabajar “en suma docilidad al Espíritu Santo y dentro de la impronta de María”[2] “para prolongar la Encarnación en todas las cosas, haciendo un cuarto voto de esclavitud mariana según San Luis María de Montfort”[3].

Tal afirmación se convierte en un elemento esencial y no negociable para nuestro Instituto. Por lo tanto, como muy acertadamente señala nuestro Fundador, el P. Buela, es algo que “no puede perderse sin grave perjuicio de nuestro carisma”, y que se convierte, además, en “fuente perenne de fecundidad sobrenatural para nuestra pequeña Familia Religiosa”[4]. Ambas afirmaciones son muy importantes.

Tan es así que, nuestra espiritualidad “que quiere ser del Verbo Encarnado”[5] queda “signada, con especial relieve”[6] por la consagración a María “‘en materna esclavitud de amor’ según el modo admirablemente expuesto por San Luis María Grignion de Montfort”[7] al profesar nuestro cuarto voto, “de modo que toda nuestra vida quede marianizada”[8].

Y así, decimos en el código fundamental de nuestra espiritualidad: “No, Jesús o María; no, María o Jesús. Ni Jesús sin María; ni María sin Jesús. No sólo Jesús, también María; ni sólo María, también Jesús. Siempre Jesús y María; siempre María y Jesús. Siempre Jesús y María; siempre María y Jesús. A María por Jesús: He ahí a tu Madre (Jn 19, 27). A Jesús por María: Haced lo que Él os diga (Jn 2, 5). Todo por Jesús y por María; con Jesús y con María; en Jesús y en María; para Jesús y para María. En fin, sencillamente: Jesús y María; María y Jesús. Y por Cristo, al Padre, en el Espíritu Santo”[9].

Por todo eso, y de manera particular, con motivo que en este año 2016 se conmemora el 300° aniversario de la muerte de ese gigante apóstol de la Madre de Dios que fue San Luis María Grignion de Montfort quisiera en esta carta circular poner a consideración de todos, en primer lugar, el magnífico ejemplo que nos dio él  “apóstol auténtico de los últimos tiempos”[10] y luego decir algo sobre la gran obligación que tenemos como religiosos del Instituto del Verbo Encarnado de vivir con el mismo espíritu con el que él vivió, es decir, en “total entrega a María para servir mejor a Jesucristo”[11].

1. San Luis María, un apóstol formado por María

A San Luis María “de manera particular se le habían hincado en el alma tres letras: ‘¡más!’. […] San Luis María fue un auténtico magnánimo porque ‘orientó su alma a actos grandes’[12] … preocupándose de las cosas grandes… ‘realizando obras grandes en toda virtud’”[13].

Ya sea por su ardiente celo misionero[14], por su predicación sabia y encendida[15], por su preferencia por los pobres[16], por el prolífico legado espiritual que dejó plasmado en sus escritos[17], o por su “amor ardiente a Cristo”[18], la vida de este “apóstol de la Verdad Divina” –como lo llamó Pio XII–  es ejemplar, cualquiera sea el aspecto que de ella se considere.

Sin embargo, se destacan por encima de todo “como los dos polos de la vida y del apostolado de Montfort” su pasión por “la Cruz de Jesús y la Madre de Jesús”[19].

Quisiera en primer lugar y de manera muy breve, recordarlo en este aniversario y en esta Carta Circular señalando algunos eventos de su vida que lo singularizan bajo el augusto título de verdadero hijo de María, a quien él se gloriaba en pertenecer como su esclavo. 

Siendo aún seminarista y en medio de un siglo que “contraponía la devoción a María con el culto debido a Dios y al Verbo Encarnado, Jesucristo”[20], su devoción a María Santísima encontró un ambiente propicio para crecer y arraigarse en el Pequeño Seminario de San Sulpicio, donde el santo se dedicó de lleno a las prácticas de devoción mariana.

“Sensible a las objeciones de sus compañeros seminaristas –quienes le reprochaban de hacer de la Santísima Virgen una divinidad, ora de recordar o amar más a la Madre que al Hijo–” aunque muy lejos de alejarse de la devoción a María, él se preocupa de dar fundamentos teológicos a su ‘amor innato de María’”[21]. Y es así que después de leer todos los libros de la biblioteca del seminario que trataban sobre la Santísima Virgen, y con gran convencimiento le propone al Superior General de San Sulpicio cambiar la fórmula de ‘esclavos de María’ por la de ‘esclavos de Jesús en María’.

En este sentido San Juan Pablo II afirmaba: “San Luis María nos sorprende ante todo por su espiritualidad teocéntrica… La persona de Cristo domina su pensamiento”[22]. Ya que entendía que “si establecemos la sólida devoción a la santísima Virgen, es sólo para establecer más perfectamente la de Jesucristo y ofrecer un medio fácil y seguro para encontrar al Señor”[23]

El 5 de junio de 1700, a los 27 años, es ordenado sacerdote. En sus 16 años de ministerio sacerdotal llevaba siempre el deseo de llevar una “vida escondida” y de “ir de manera pobre y simple, para dar el catecismo a los pobres de la campaña, y excitar a los pecadores a la devoción a la Santísima Virgen”[24]. Y ya desde el comienzo soñaba con fundar para esta finalidad “una pequeña compañía de buenos sacerdotes que ejerciten esa tarea agrupados bajo el estandarte y la protección de la Santísima Virgen”[25].

San Luis María Grignion de Montfort “de manera particular, mostró su grandeza de alma en las tribulaciones y dificultades, que fueron muchas y grandes”[26]. Pero siguió siempre adelante porque como él mismo le recordaba a su hermana “es una verdad infalible y un axioma eterno, tan cierto como la existencia de un solo Dios […]que hay que buscar primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura[27].[…] Por eso si ponemos en práctica la primera parte de la sentencia, Dios, que es infinitamente fiel, realizará la segunda. Es decir, que, si tu sirves a Dios y a su Santísima Madre con fidelidad, no te faltará nada en este mundo ni en el otro”[28]

Por eso también San Juan Pablo II decía: “Pobre entre los pobres, profundamente integrado en la Iglesia a pesar de las incomprensiones que afrontó, San Luis María tomó como lema estas sencillas palabras: Dios solo. Y cantaba: ‘Dios solo es mi ternura. Dios solo es mi apoyo. Dios solo es todo mi bien, mi vida y mi riqueza’[29]. En él, el amor a Dios era total. Con Dios y por Dios salía al encuentro de los demás y caminaba por los senderos de la misión. Siempre consciente de la presencia de Jesús y María. Su acción y su palabra sólo tenían como finalidad llamar a la conversión y hacer que se viviera de Dios”[30].

Este “caminante del Evangelio, inflamado por el amor a Jesús y a su santa Madre, supo llegar a las multitudes y hacerles amar a Cristo Redentor contemplado en la cruz”[31] dedicándose con gran celo a la predicación de misiones populares. Y aunque sus obras [terminaron] en aparente fracaso, “fue un misionero de extraordinario resplandor”[32].

El ideal sacerdotal de San Luis María se puede deducir de lo que el mismo pedía al Verbo Encarnado en su “Súplica ardiente para pedir misioneros”: “sacerdotes libres con tu libertad, desprendidos de todo”, “esclavos de tu amor y de tu voluntad” […] “con el báculo de la cruz y la honda del rosario en las manos”, “hombres siempre disponibles”, “verdaderos hijos de María”, “verdaderos servidores de la Santísima Virgen, que […] vayan por todas partes con la antorcha encendida del santo Evangelio en la boca y el santo rosario en la mano […] y que por medio de una verdadera devoción a María […] aplasten, por dondequiera que vayan, la cabeza de la antigua serpiente”[33]. Y ciertamente, como bien decía de él San Juan Pablo II, “vivió en total fidelidad a esta vocación”[34].

El gran secreto del Santo y la fuente misma de su impulso apostólico para ganar almas para Jesucristo fue, sin duda, la devoción a María Santísima. Convencido de que “por medio de la Santísima Virgen María vino Jesucristo al mundo y también por medio de Ella debe reinar en el mundo”[35], escribió el “Tratado de la Verdadera devoción a María”. Proponiendo la Consagración Total a Jesús por María en condición de esclavo total de María, como medio eficacísimo para alcanzar la santidad, siguiendo las huellas de Jesucristo quien se sujetó por completo al encarnarse en su seno. Él mismo lo explica cuando escribe: “María es el molde en el cual no falta ni un solo rasgo de la divinidad. Quien se arroje en él y se deje moldear, recibirá todos los rasgos de Jesucristo, verdadero Dios.”[36] Y agrega: “María es un lugar santo. Es el Santo de los santos, en donde son formados y moldeados los santos”[37].

A todos los exhortaba a entrar en el espíritu de la consagración, que no se reduce a meras prácticas exteriores, sino que implica un “moverse en todo a impulso del espíritu de María”[38] ya que, en fin, “todo se resume en obrar siempre: por María, con María, en María y para María, a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo”[39].

Durante los últimos años de su vida, e incansable en sus iniciativas misioneras creó también escuelas gratuitas para niños y niñas, y fundó la Compañía de María y las Hijas de la Sabiduría[40].

El 28 de abril de 1716, con el alma embebida en humildad, luego de algún momento de lucha con el enemigo infernal se le oyó decir: “Es inútil que me acometas estoy entre Jesús y María. A Dios y a la Virgen gracias. He llegado al término de mi carrera: no pecaré más”[41]. Tenía sólo 16 años de ministerio sacerdotal y 43 años de edad.

2. Nuestra responsabilidad de vivir en este espíritu 

Nosotros “por gracia de Dios, por inspiración de la Virgen, nos consagramos a Ella con un cuarto voto según la letra y el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort”[42].

Este cuarto voto[43] –para nosotros, religiosos del Verbo Encarnado– implica, por un lado, entregarle a la Madre de Dios con valentía, todo lo que somos, todo cuanto tenemos, “o podamos tener en el futuro, en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, sin reserva alguna […], y esto por toda la eternidad, y sin esperar por nuestra ofrenda y servicio más recompensa que el honor de pertenecer a Jesucristo por María y en María”[44]. Todo, absolutamente, lo ponemos en sus manos porque nos reconocemos sus esclavos de amor. Y, por otro lado, esta consagración bajo voto implica también que “es nuestro deseo, es nuestra intención explícita marianizar toda nuestra vida, es decir, hacer todas las cosas por María, con María, en María, y para María, para entonces así poder hacer todo por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús… entrando dentro de esa corriente de vida misteriosa que fue la que nos trajo nuestra Madre del Cielo, [y] con Ella aprender a dar gloria a nuestro Padre celestial por gracia del Espíritu Santo”[45].

Es decir, la total consagración a Jesús por María es un “programa de vida hermoso”, y nos permite a nosotros religiosos, la forma más perfecta de vivir los consejos evangélicos. Ya que “consagrarse a la Virgen es dejarse llevar por ella hasta el Corazón de Jesús para que Cristo sea formado en nosotros[46][47].

De tal manera que la consagración “nos debe acompañar durante toda la vida”[48] profundizando cada vez más el sentido de la misma y las consecuencias prácticas que tiene para la vida de cada uno de nosotros en las distintas circunstancias en que nos hallamos. Particularmente a través del estudio y lectura del hermoso libro del Tratado de la Verdadera Devoción a María[49], y “renovando todas las veces que sea necesario, incluso varias veces al día, nuestra consagración. Haciendo así aprenderemos a ser cada vez más de María y entonces podremos ser cada vez más de Jesús”. Ya el mismo San Luis María lo advertía: “No es suficiente que te consagres totalmente a María una vez para siempre, ni aun que renueves la consagración cada mes o cada semana. […] Hay que entrar en el espíritu de esta consagración, que te coloca en actitud de total y absoluta disponibilidad respecto de María y por Ella, de Jesucristo”[50]. Porque “no seremos hijos devotos, si no sabemos imitar las virtudes de la Madre”[51].

Seamos pues, “apóstoles de la Consagración, ‘apóstoles de María’”[52], como tan elocuente ejemplo hemos recibido de San Juan Pablo II, Padre Espiritual de nuestra Familia Religiosa. Puesto que la devoción mariana es contenido esencial de la evangelización. Sigamos pues, la clarividente moción de San Luis María: “estando totalmente consagrado a su servicio conviene, pues, que no te quedes ocioso, sino que actúes como el buen siervo y esclavo. Es decir, que, apoyado en la protección de la Virgen María, emprendas y realices grandes empresas por esta augusta Soberana”[53].

Por eso los animo a poner en práctica las muchas iniciativas que el amor a la Virgen nos sugiera. Especialmente aquellas dirigidas a honrarla y a promover y difundir la Consagración Total para así incrementar los verdaderos devotos a la Madre del Verbo Encarnado extendiendo el Reino de Cristo.

Y aunque son variados y de gran valía los apostolados que en este sentido realizan nuestros religiosos en todas partes del mundo, quisiera compartir con Ustedes algo que –por gracia de Dios– hicimos en nuestra parroquia Our Lady of Peace, en California; quizás a algunos les pueda servir de motivación y ayuda. Allí, ayudados por laicos planeamos un programa para invitar a las personas a consagrarse totalmente a Jesús por María siguiendo el método propuesto por San Luis María[54]. Luego de una charla introductoria que dábamos normalmente el sábado anterior a la fiesta de San Juan Pablo II, les entregábamos el material para realizar las oraciones y ejercicios de piedad diarios. Luego seguían cinco charlas más, que dábamos en inglés y en español con la ayuda de las hermanas. 33 días antes de la consagración que normalmente hacíamos para la fiesta de Cristo Rey, al finalizar la Misa del mediodía para los que podrían asistir, se rezaba la oración de preparación para la Consagración. Pensábamos atraer a un par de cientos con nuestra propuesta. La realidad fue, que el primer año se consagraron unas 3000 personas y al año siguiente se consagraron unas 4000 más. También con la ayuda de ellos creamos una página web[55] por medio de la cual, la gente se puede registrar y tener acceso a las conferencias dadas y al material distribuido (en inglés y en español).  Tal iniciativa se ha convertido para muchos de ellos en un apostolado concreto que llevan adelante con gran entusiasmo y generosidad. De hecho, ellos mismos ofrecen a todos nuestros misioneros que lo puedan necesitar, ayuda y material para llevar a cabo este apostolado de la Consagración Total en otras partes del mundo[56].

Otra valiosa iniciativa, orientada a revitalizar el espíritu de nuestra consagración bajo voto, se emprendió recientemente en la Provincia “Nuestra Señora de Loreto” (Italia), siguiendo las indicaciones de San Luis María, para prepararse durante un mes a renovar anualmente la entrega a la Virgen Santísima. 

En fin, muy queridos todos, quiera la Santísima Virgen seguir bendiciendo nuestra querida Familia Religiosa con verdaderos hijos suyos que con “fe valiente emprendan y llevan a término, sin vacilar, grandes cosas por Dios y por la salvación de las almas”[57] y augurándoles a todos muy fructíferos apostolados marianos, los saludo en Cristo, el Verbo Encarnado y su Santísima Madre,

P. Gustavo Nieto, IVE
Superior General

1 de noviembre de 2016
Carta Circular 4/2016

[1] Constituciones, 31.

[2] Ibidem.

[3] Constituciones, 17.

[4] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Juan Pablo Magno, Cap. 30.

[5] Directorio de Vida Consagrada, 413.

[6] Directorio de Espiritualidad, 19.

[7] Constituciones, 83.

[8] Directorio de Espiritualidad, 19.

[9] Directorio de Espiritualidad, 325. 

[10] San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a María, 58.

[11] Constituciones, 82.

[12] Santo Tomás de Aquino, Summa Th., II-II, 129, 1.

[13] P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, II Parte, Cap. 1, 4.

[14] Nuestro Directorio de Misiones Populares lo señala como uno de esos “hombres geniales y concretos, que consideraron de máximo valor precisamente las ‘Misiones populares’”. Cf. Directorio de Misiones Populares, 51.

[15] Cf. Directorio de la Predicación de la Palabra de Dios, 105-110 y Constituciones, 182.  

[16] Cf. Pio XII, Homilía, 21 de julio de 1947 (el día después de la canonización del santo). Traducida de la edición en inglés.

[17] Ibidem.

[18] Ibidem.

[19] Ibidem.

[20] P. Arturo Ruiz Freites, IVE, Todo Tuyo Esclavo de María, Cap. 3.

[21] P. Pio Suarez y P. Luis Salaün, San Luis María Grignion de Montfort – Obras, Tratado de la Verdadera devoción a María, Introducción.

[22] Cf. San Juan Pablo II, Mensaje a la Familia Religiosa Montfortiana con ocasión del 50 aniversario de la canonización de su fundador, 21 de junio de 1997.

[23] San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a María, 62.

[24] San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Carta al P. Leschassier, (6.XI.1700).

[25] Cf. P. Arturo Ruiz Freites, IVE, Todo Tuyo Esclavo de María, Cap. 4.

[26] P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, II Parte, Cap. 1, 4.

[27] Mt 6, 33.

[28] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Cartas, 7.

[29] San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Cánticos, 55, 11.

[30] San Juan Pablo II, Mensaje a la Familia Religiosa Montfortiana con ocasión del 50 aniversario de la canonización de su fundador, 21 de junio de 1997.

[31] Ibidem.

[32] San Juan Pablo II, Mensaje a la Familia Religiosa Montfortiana con ocasión del 50 aniversario de la canonización de su fundador, 21 de junio de 1997.

[33] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Súplica ardiente para pedir misioneros, 7, 8, 10, 11, y 12.

[34] San Juan Pablo II, Mensaje a la Familia Religiosa Montfortiana con ocasión del 50 aniversario de la canonización de su fundador, 21 de junio de 1997.

[35] San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a María, 1.

[36] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Secreto de Maria,17. 

[37] San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a María, 217.

[38] Ibidem, 258.

[39] Ibidem, 257.

[40] Ambos fundados entre 1714-1715.

[41] Cf. P. Arturo Ruiz Freites, IVE, Todo Tuyo Esclavo de María, Cap. 19.

[42] P. Carlos Buela, IVE, Homilía “Todo lo hace Ella”, en el 25º aniversario de ordenación sacerdotal, Basílica de Santa María Mayor (Roma) 7/10/1996.

[43] Explicado en nuestras Constituciones, en los números 82-89.

[44] San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a María, 121.

[45] P. Carlos Buela, IVE, Homilía “Todo lo hace Ella”.

[46] Gal 4, 19.

[47] P. Carlos Buela, IVE, Mi parroquia Cristo Vecino, Apéndice, 1, Prólogo.

[48] Ibidem.

[49] El P. Buela trata específicamente el tema de nuestra consagración a María bajo voto en el libro Ars Participandi.

[50] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Secreto de María, 44. 

[51] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Sacerdotes para siempre, I Parte, Cap. 6, 3.

[52] P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, II Parte, Cap. 3, 6.

[53] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a María, 265. 

[54] Descripto por el santo en los nn. 227-233 del Tratado de la verdadera devoción a María.

[55] http://www.consecrationgroup.org/

[56] Los que quieran recibir ayuda o sugerencias pueden contactar a la presidenta del grupo Glenda Dbusky a dubskyglenda@gmail.com 

[57] Cf. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a María, 214.

 

 

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