La cruz es el programa de vida de las Servidoras

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Solemnidad de la Exaltación de la Cruz        

 

[Exordio] Queridas Madres y Hermanas, es una gracia para mí y una gran alegría por cierto, el celebrar esta misa junto a Ustedes, la cual con gusto ofrezco junto a los padres aquí presentes en acción de gracias por todas las Servidoras que en todo el mundo viven en plenitud “la radicalidad de la Cruz”[1]; y pidiendo a su vez la gracia de que “nunca nos falte la Cruz” , sino que sea el “hermosísimo programa de vida que se esfuercen por alcanzar [todas] las que se enorgullezcan de llevar el nombre de Servidoras del Señor y la Virgen de Matará”[2]

Las Servidoras desde los inicios han estado asociadas a la cruz. En efecto, han nacido de la cruz y llevan por doquier el emblema de la cruz de Matará que las distingue y es precisamente la cruz la plataforma desde la cual deben lanzarse siempre “osadamente a restaurar todas las cosas en Cristo[3]. Es como que no puede entenderse una Servidora sin la cruz y, me parece no equivocarme cuando digo, que es la cruz precisamente quien las atrae hacia sí.

Por eso quisiera, si me permiten, señalar algunos elementos que denotan el cómo las Servidoras han estado –y deben seguir estándolo siempre– ligadas a la cruz.

1. Nombre 

Uno de los elementos que claramente nos indica la asociación de las Servidoras a la cruz se halla en la misma acta fundacional del Instituto de las Servidoras donde se explicita cómo las hermanas habían querido llamarse “esclavas”, y cómo a algunos les parecía que debían llamarse “hijas” pero que fue el Obispo Mons. León Kruk quien decidió que se llamaran “Servidoras”, según el relato de San Lucas que habla de algunas mujeres… María Magdalena, Juana, mujer de Cusa, Susana y otras varias, que servían al Señor mientras Él iba por ciudades y aldeas, predicando[4].

Mas tarde, nuestro fundador añadirá que se llaman Servidoras porque las hermanas deben asemejarse a aquellas santas mujeres que estuvieron junto a la cruz por aquello que dicen los evangelistas: había allí muchas mujeres […] entre las cuales estaban…[5] , junto a la Cruz de Jesús…: María, su Madre[6]; María Magdalena, María Salomé, María de Cleofás, y muchas otras[7].  Y así, estas mujeres, habiendo subido con Él a Jerusalén contemplaban el sacrificio de la cruz[8]. Por eso estas palabras se dirigen explícitamente a las Servidoras: “Entre ellas tienen que estar ustedes. Las santas mujeres son las primeras servidoras que ha habido en la historia de la Iglesia, de quienes ustedes reciben el nombre”[9].

Por tanto es vocación especialísima de las Servidoras, el imitar al Verbo Encarnado en su anonadamiento, como lo escuchábamos en la segunda lectura. Vocación al anonadamiento que implica la cruz: la cruz del hacerse siervo[10], de la humillación[11], de la obediencia hasta aceptar incluso la muerte[12] por amor a Dios.

Es más, el Directorio de Vida Consagrada, diáfanamente afirma que es tarea de las Servidoras el dar especial testimonio del Verbo encarnado por la “humildad, en el servicio desinteresado y, en particular, en el amor misericordioso”[13].

Pues “una de las características de la mujer es el hacerse don. Justamente en ‘el seguimiento de Cristo, traducido en servicio’[14], [servicio éste que] implica muchas veces el sacrificio. Pues, hacerse don es dar su propia vida al otro, para que el otro decida sobre lo que quiere hacer con el donante. Es un servicio total que va acompañado por un elevado grado de olvido de sí mismo, para poder así ser totalmente libre en el servicio al otro”[15].  Eso lo tienen que tener siempre presente ya que actuar de otra manera sería traicionar la razón de ser de las Servidoras.

2. Cruz de Matará 

Otro elemento que manifiesta muy principalmente la unión indisoluble entre nuestras queridas Hermanas y la Cruz, se halla en el hecho de que se llaman “Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará” porque se identifican con la Cruz de Matará, “en la cual se encuentran tallados los misterios centrales de nuestra espiritualidad: la Encarnación, la Pasión, la Eucaristía, etc.”[16], y podemos agregar: “Porque el Señor está allí crucificado y nosotros no queremos saber nada fuera de Jesucristo y Jesucristo crucificado[17], por quien el mundo está crucificado para mí como yo lo estoy para el mundo, como dice San Pablo”[18]. Y porque al pie de la cruz, estaba la compasivísima Primera Servidora quien debe recordarles siempre “no sólo el por qué [se llaman así], sino el lugar, la función y la misión de las Servidoras”.  

Asimismo debemos decir que la Cruz de Matará, siendo la más antigua de América tuvo una clara finalidad catequética convirtiéndose para nosotros en “un hermosísimo ejemplo de evangelización de la cultura, que es precisamente el fin específico de nuestros Institutos”[19] y es su doctrina, es decir, la doctrina de la cruz lo que debemos ir predicando por el mundo: a Jesucristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los griegos[20]. Y esto hacerlo sin timidez, mas osadamente, como decíamos al principio, porque nuestra confianza debe estar siempre en Aquel que con el poder de su cruz venció al mundo.

3. Hábito y la Cruz de Matará 

Otro elemento que revela a las claras la asociación firme de las Servidoras con la cruz es que ya desde el principio el hábito religioso que vestían nuestras hermanas, (quizás lo habrán visto Ustedes en fotos) llevaba como parte de la túnica la cruz tao en azul, símbolo del desposorio de la religiosa con la cruz de nuestro Señor.

Hoy en día, el hábito que visten nuestras hermanas lleva como parte integral y signo distintivo la Cruz de Matará que brilla en el fondo azul del escapulario para anunciar al mundo su no ser del mundo[21]y el haber sido “desposadas con Cristo bajo el signo de la cruz”[22]. Todavía más: la cruz que siempre llevan en su pecho les recuerda a ellas mismas y proclama al mundo que las hermanas tienen por el oficio más sublime el “vivir con Él las exigencias del designio de Dios y emprender con valor el camino de la cruz”[23] porque “a Jesús se le ama y se le sirve en la Cruz y crucificados con Él, no de otro modo”[24] y sólo así entienden que han de ser fecundas engendrando numerosos hijos espirituales para Dios.

Por tanto, una verdadera Servidora de Cristo, “no debe estar nunca replegada sobre sí misma, sino que debe estar abierta como los brazos de Cristo en la Cruz, que tenía de tanto abrirlos de amores, los brazos descoyuntados.”[25]

4. Fiesta de la Exaltación 

Consecuencia de todo lo que venimos diciendo, y sin ir más lejos, ya desde los inicios, esta misma fiesta de la Exaltación de la Cruz que hoy celebramos, ha sido y es la fiesta propia y principal de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará; “por la altísima significación de la Cruz” dice el acta de fundación. Tan es así que esta fiesta viene a ser entre nosotros sinónimo de la fiesta de las Servidoras.

Pues en ella se nos recuerda –como escuchábamos en el Evangelio de hoy– que tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna[26]. Es decir, nos habla del amor redentor de Cristo que las llamó a la vida religiosa precisamente “sólo para tratar de amores con Jesucristo”[27]. 

Pero también debemos saber leer en esta maravillosa fiesta el ansia que debemos tener de participar activamente en la acción redentora de Cristo y de llevar ese amor que salva a todas las gentes, incluso a esos lugares más difíciles (aquellos donde nadie quiere ir)[28] y aun en las situaciones más adversas[29], esforzándonos por configurar nuestra vida con la de Cristo Crucificado a través de un “servicio humilde y la entrega generosa, en la donación gratuita de sí mismo mediante un amor hasta el extremo”[30] como pide el derecho propio.

Por eso esta fiesta nos da ocasión de celebrar y agradecer juntos la vocación y la misión de nuestras queridas Hermanas Servidoras que no es otra sino la de enarbolar la Cruz de Cristo a lo largo y ancho de este mundo (como de hecho ya hacen muy bien en los 35 países donde están presentes y muy particularmente aquí, en este querido país del Ecuador).

[Peroratio] En fin, muy queridas Madres y Hermanas: Bien saben Ustedes que lo propio nuestro es “ni Jesús sin la Cruz, ni la Cruz sin Jesús”[31], y que es una de las sanas tradiciones de nuestra querida Familia Religiosa el colocar al pie de la cruz un cartel que diga: “Así se ama”.

Porque como tantas veces lo hemos escuchado: “La cruz fecunda cuanto toca […] La cruz es el pulso del amor, y para saber sufrir, hay que saber amar”[32].

Por eso en este día, en que con gran gozo celebramos la Exaltación de la Cruz, que es lo mismo que decir la exaltación del amor de Dios por los hombres, las invito a saber corresponder ese amor con la única medida posible, es decir, con la radicalidad.

Lejos de Ustedes el desanimarse o turbarse ante la cruz. Lejos de Ustedes el excusarse o quejarse de la cruz. Antes bien, sobreponiéndose a los temores tan propios de nuestra naturaleza y orgullo, avancen con espíritu firme a abrazar la cruz con generosidad y alegría.

“La Cruz es el más bello regalo de Dios”.Y así se lo hizo saber Jesús a Santa Gemma: “Mira, hija mía, el más grande don que le puedo conceder a un alma amada por mí, es el don del sufrimiento”[33].

Por eso, pedimos en esta Santa Misa que: “siempre sepan abrazarse, amar y no bajarse nunca de la Cruz” “que realmente sigan a Cristo Crucificado y quieran estar crucificadas con Él” porque eso es “alcanzar la santidad y difundir la santidad de Cristo por todo el mundo”[34].

Esa misma oración elevo hoy por todas y cada una de Ustedes, invocando la intercesión de María Santísima, que es Modelo de amor hasta el fin.

La Virgen al pie de la Cruz las bendiga y proteja siempre.

[1] Cf. Constituciones, 20.

[2] Ibidem.

[3] Directorio de Espiritualidad, 1; op. cit. Ef 1, 10.

[4] Lc 8, 1-3.

[5] Mt 27, 55-57; Mc 15, 40.

[6] Jn 19, 25.

[7] Mc 15, 41.

[8] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, Parte I, cap. 1.2.

[9] P. Carlos Buela, IVE, Servidoras II, Parte II, cap. 3. 8.

[10] Cf. Fil 2, 7.

[11] Ibidem.

[12] Cf. Fil 2, 8.

[13] SSVM Directorio de Vida Consagrada, 341.

[14] San Juan Pablo II, La vida consagrada femenina, OR, 17/03/1995, 3.

[15] Cf. Servidoras I, Segunda Parte, Cap. 3. 8.

[16] SSVM Directorio de Vida Consagrada, 107.

[17] 1 Cor 2, 2.

[18] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, Parte I, cap. 1.2; op. cit. Gal 6, 14.

[19] SSVM Directorio de Vida Consagrada, 107.

[20] Cf. Directorio de Espiritualidad, 140; op. cit. 1 Cor 1, 21-23.

[21] Cf. P. Carlos Buela, IVE, Servidoras I, Parte I, cap. 3. 1; op. cit. Cf. Jn 17, 14.

[22] Cf. Santa Edith Stein, Cartas de Edith Stein, III, 27.

[23] Directorio de Vida Consagrada, 350.

[24] Directorio de Espiritualidad, 143; op. cit. San Luis Orione, Cartas de Don Orione, Carta del 24/06/1937.

[25] Cf. Directorio de Espiritualidad, 263.

[26] Jn 3, 16.

[27] Acta fundacional del Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, (19/03/1988); op. cit. Cf. San Juan de Ávila.

[28] Directorio de Espiritualidad, 86.

[29] Constituciones, 31.

[30] SSVM Directorio de Vida Consagrada, 229.

[31] Directorio de Espiritualidad, 144; op. cit. San Luis María Grignion de Montfort, El amor de la Sabiduría Eterna, cap. XIV, 1.

[32] Cf. Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida, Cadena de amor, 14, 15 (citado por Mons. Juan Esquerda Bifet).

[33] Traducido de la Biografía de Sta. Gemma Galgani.

[34] Ibidem.

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