Señor,
Tú que dotaste al Santo Obispo de Segni, San Bruno,
de una invencible fidelidad y amor al Santo Padre y a su Magisterio,
concédenos el ser siempre fieles a nuestro lema “con Pedro y bajo Pedro”[1]
y a imitación de su ejemplo dedicarnos con “todas nuestras fuerzas para inculturar el Evangelio de acuerdo con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia”[2].
Dios Padre,
que hiciste de San Bruno un servidor prudente y piadoso al servicio de tu grey, concede a todos los sacerdotes que te sirven en el Gobierno General del Instituto del Verbo Encarnado,
la gracia de “destacarse por su piedad, por su espíritu de fe y de buenas costumbres, siendo siempre religiosos ejemplares y files en la observancia de las Constituciones del Instituto”[3].
Verbo Encarnado,
que en tus designios de misericordia te dignaste llamar a San Bruno a servirte en tiempos de gran dificultad y prueba, concede a quienes te sirven en el Gobierno General del Instituto,
el hacerlo “con magnanimidad y fortaleza, teniendo el alma dispuesta a recibir la muerte, si fuese preciso, por el bien del Instituto al servicio de Jesucristo”[4].
Dios Espíritu Santo,
que hiciste de San Bruno un instrumento dócil a tus inspiraciones que con gran prudencia y valentía proclamó la verdad a tu pueblo, concede a quienes trabajan en el Gobierno General del Instituto del Verbo Encarnado, “una lengua, labios y sabiduría a los que no puedan resistir los enemigos de la verdad”[5], y “siendo independientes frente a las máximas, burlas y persecuciones del mundo, y dependiendo sólo de la recta conciencia iluminada por la fe, estén dispuestos al martirio por lealtad a la Verdad”[6].
Te lo pedimos por Cristo, Hijo de María Santísima, y de San Bruno, Obispo de Segni.
Amén.
[1] Cf. Constituciones, 211.
[2] Cf. Constituciones, 5.
[3] Cf. Directorio de Gobierno, 161.
[4] Cf. Constituciones, 113.
[5] Constituciones, 231; op. cit. San Luis María Grignion de Montfort, Oración abrasada, 22
[6] Directorio de Espiritualidad, 36.