Un hito en la historia del IVE

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El nombramiento del P. Teodoro Matsapula el pasado 8 de mayo, día de la Virgen de Luján, como obispo de la Eparquía de Mukachevo de rito bizantino en Ucrania y su próxima consagración el día 16 de julio es sin duda un hito en la historia del Instituto.

Considerando que el Instituto del Verbo Encarnado tiene apenas 40 años de fundación, y que hace apenas 30 años que se halla presente en Ucrania, el nombramiento del primer obispo del IVE es de hecho una gracia singularísima. Y esta dádiva divina se torna todavía más sobresaliente considerando la probada situación que atraviesa el Instituto.

Por tanto es este un evento que no puede pasar desapercibido por nosotros. La Providencia Divina nos ha escogido para ser testigos, y de algún modo partícipes, de una gracia inconmensurable, pues se está cumpliendo delante de nuestros ojos −y con el favor de Dios− aquel fervoroso deseo que nuestro Fundador dejó por escrito en el derecho propio, es decir, aquel de “poder ayudar a nuestros hermanos de las Iglesias orientales que forman parte ‘del patrimonio indiviso de la Iglesia Universal’[1][2]; tarea que él consideraba apremiante particularmente para nosotros que hemos sido llamados por vocación especial a evangelizar la cultura[3]. ¡Qué posición más privilegiada para esto la de un obispo! Y qué gracia tan grande que Dios haya escogido uno de los nuestros para esa noble tarea.

A su vez, este hecho también demuestra la capacidad que ha tenido el Instituto para no “caer en particularismos, reduccionismos, par­cialidades o unilateralismos que atenten contra la catolicidad”[4] de la Iglesia y, si en verdad podemos decir que “la Iglesia católica respira con dos pulmones”[5], hoy también podemos afirmar que la misma Iglesia al haber encomendado a uno de los nuestro el pastoreo de las almas de todo un territorio de la Iglesia bizantina en Ucrania reconoce que nuestro Instituto también respira con “dos pulmones, es decir, el oriental y el occidental”[6]. Pues esa ha sido “la ‘razón teológica’ que nos ha movido desde un principio a enviar misioneros a Ucrania”[7] ya que en esa nación −y según lo había aprendido de San Juan Pablo II− el P. Buela veía “la esperanza de que la Iglesia en Europa pueda volver a respirar con sus dos pulmones para que todo el continente experimente una nueva evangelización”[8].

Asimismo, este simple hecho elogia la formación plenamente católica que el P. Buela quiso para él Instituto por él fundado, según la voluntad del Verbo Encarnado que quiere congregar a todos en la unidad[9] y desea formar sacerdotes “en absoluta e irrestricta comunión ecle­sial”[10].

Con cuánto orgullo miraría hoy el P. Buela al P. Teodoro ser ungido por el Espíritu Santo “para continuar su misterio vivo en favor de la Iglesia”[11] especialmente en Ucrania. Pues con encomiosas palabras decía: “es para nosotros miembros del Instituto del Verbo Encarnado una gracia muy grande y providencial estar en Ucrania, un pueblo histórico puente entre oriente y occidente”[12]; “desde donde se irradió la fe y la civilización cristiana en el oriente europeo”[13]. Y cuán premiados vería sus esfuerzos nuestro Fundador al ver uno de los nuestros consagrado Sucesor de los Apóstoles.

“El estado del obispo”, señala el derecho propio, “es el más perfecto de todos, más aún que el estado religioso; a él la plenitud del sacerdocio; a él sobre todo otro, el espíritu de fe, de sabiduría y de forta­leza… El obispo no conoce enemigos suyos; para él no hay sino hijos, y los más pequeños, los más humildes, los más infelices, le son más queri­dos. Por todos ruega, para todos tiene palabras de vida eterna, por todos sube al altar y ofrece la Sangre del Cordero inmaculado que borra los pecados del mundo… El obispo es el Buen Pastor, que vigila, apacienta y evangeliza; que sabe sufrir en silencio y sabe dar la vida por sus ovejas”[14]. Eso es en breves palabras lo que el P. Buela anheló para uno de los nuestros que llegase a ser obispo y es lo que también hoy pedimos al Verbo Encarnado, por intercesión de su Madre Santísima, para el neo obispo, sobre todo: “espíritu de fe, de sabiduría y de forta­leza”.

Qué ocasión más hermosa entonces es esta para celebrar desde cada rincón de la tierra no solo la consagración del primer obispo del IVE sino además que “somos miembros de una única Familia Religiosa misionera, y por sobre todo, somos hijos de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, que ‘respira’ con dos pulmones: el oriental y el occidental”[15].

Elevemos nuestra súplica a la Virgen María, a quien la liturgia de San Basilio alaba como santísima, intacta, bendita sobre todos, gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen, Mujer llena de gracia y alegría de todo el universo[16] e invoquemos los auxilios de los celestiales patronos San Basilio y San Josafat, de San Juan Crisóstomo y San Clemente Romano y de los 27 mártires ucranianos por el neo obispo Teodoro Matsapula, a fin de que su servicio eclesial traiga “un nuevo entusiasmo apostólico del patrimonio de santidad dejado por esos ejemplares discípulos de Cristo”[17] en Ucrania.

Que María Santísima, Reina de los Apóstoles, que supo responder al anuncio del Ángel: hágase en mi según tu palabra[18], bendiga, proteja y ayude siempre a Mons. Teodoro Matsapula a fin de desempeñar su misión según el estilo del Verbo Encarnado. Que Ella brille para él como señal de esperanza cierta y de consuelo en el sacrificado oficio del gobierno pastoral que es, como dijo el Papa San Gregorio Magno, “el arte de las artes”.  Por estas intenciones los miembros del Instituto comprometemos nuestras oraciones.  

Felicitamos también en esta ocasión a toda la Familia Religiosa en Ucrania: a los sacerdotes del IVE por el 30º aniversario de la presencia del Instituto en esas tierras, a las madres y hermanas por su 25º aniversario de su misión y a los miembros de la Tercera Orden por el 15º de su fundación allí. Parafraseando al Papa León XIII les decimos: “Floreciendo nuestra orden, florece la Iglesia en Ucrania”.

Que a nadie se le escape reconocer las maravillas que Dios hace por nosotros y las enormes gracias que en su misericordia nos concede ver delante de nuestros ojos, en medio de tantas cruces y persecuciones. ¡Que la consagración del P. Teodoro se festeje en todo el mundo!

[1] Orientalium Ecclesiarum, 1.

[2] Directorio de Espiritualidad, 260.

[3] Carlos Buela, IVE, Juan Pablo Magno, cap. 25, p. 365.

[4] Directorio de Espiritualidad, 260.

[5] Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] Directorio de Rama Oriental, 99; op. cit. Carlos Buela, IVE, Juan Pablo Magno, cap. 25, p. 364.

[8] Directorio de Rama Oriental, 77.

[9] Carlos Buela, IVE, Homilía (7/11/1995).

[10] Constituciones, 231.

[11] Pastores Gregis, 7.

[12] Directorio de Rama Oriental, 70.

[13] Directorio de Rama Oriental, 74.

[14] Directorio de Espiritualidad, 283; op. cit. San Luis Orione, “Carta del 6 de febrero de 1935”, en Cartas, 58.

[15] Directorio de Rama Oriental, 88; op. cit. Carlos Buela, IVE, Juan Pablo Magno, cap. 25, p. 369.

[16] Patres Ecclesiae, III.

[17] Directorio de Rama Oriental, 75.

[18] Lc 1,38.

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