San Juan Pablo Magno,
Padre Espiritual bajo cuyo pontificado
quiso la Divina Providencia que naciera nuestra Familia Religiosa,
Maestro insigne de la Verdad, en “cuyo magisterio
abrevamos nuestra sed de fidelidad al Señor”[1];
Pastor bueno que guiaste al mundo para que abriese las puertas a Cristo,
Misionero infatigable que con tu ejemplo nos enseñaste
a “no ser esquivos a la aventura misionera”[2],
Esclavo y apóstol de María de quien, en la escuela de San Luis María Grignion de Montfort, aprendimos a decir cada día: Totus tuus Maria[3];
Nosotros tus hijos de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado
te invocamos como a nuestro intercesor celestial
y a tu amparo paternal nos acogemos:
Vicario de Cristo,
que nos decías ¡No temáis! Cristo conoce lo que hay dentro del hombre[4],
protégenos y defiéndenos.
Gran evangelizador de la cultura, que nos diste ejemplo
trabajando incansablemente “para que estén imbuidos
de la fuerza del Evangelio, los modos de pensar,
los criterios de juicio, las normas de acción”[5],
fortalece y haz fructificar nuestros esfuerzos misioneros;
Amigo de los jóvenes, a quienes buscaste movido a impulsos de celo,
haz de nosotros testigos generosos del Verbo Encarnado
capaces de promover las vocaciones
dando un testimonio fiel y alegre de vida consagrada,
realizando con generosidad, discernimiento y seriedad
los apostolados propios, y trabajando en comunión fraterna[6];
Papa de las Familias[7], acompaña y sostiene a esta tu familia,
la Familia del Verbo Encarnado
a fin de que permanezcamos hoy y siempre
unidos a la Roca, que es Cristo[8].
Héroe de la Iglesia de Cristo, que con la valentía
que exige la fidelidad a Cristo
supiste guiar al Pueblo de Dios no hacia los paraísos artificiales
que prescindiendo de Dios y de su santa ley[9] se volvieron contra el hombre,
sino hacia el Reino de Cristo que se conquista por la cruz,
te pedimos la gracia de que también nosotros seamos valientes
y fervorosos en el anuncio de Cristo
sin pactar, sin transigir, sin capitular, sin negociar, sin conceder,
ni hacer componendas con el espíritu del mundo[10].
Hombre cabal y santo, alcánzanos por tu intercesión
la gracia de la perseverancia en la fidelidad a Cristo y al Evangelio,
que es siempre fidelidad a la Iglesia y a su misión en el mundo,
fidelidad a la vida religiosa y al carisma propio del Instituto,
fidelidad al hombre y a nuestro tiempo[11].
Todo esto se lo pedimos a Dios Uno y Trino por tu santa intercesión. Amén.
[1] Directorio de Vocaciones, 78.
[2] Directorio de Espiritualidad, 216.
[3] Constituciones, 19.
[4] Homilía de inauguración del pontificado de San Juan Pablo II (22/10/1978); cf. Hech 15, 8.
[5] San Juan Pablo II, Constitución Apostólica sobre las Universidades y Facultades Eclesiásticas Sapientia Christiana (15/04/1979), 1. Citado en Constituciones, 26.
[6] Directorio de Vida Consagrada, 308.
[7] Papa Francisco, Homilía de canonización de los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II (27/04/2014).
[8] Constituciones, 7; op. cit. Cf. 1 Cor 10, 4.
[9] Cf. San Juan Pablo II, Homilía durante la misa celebrada en la explanada Xico del Valle de Chalco (07/05/1990).
[10] Cf. Directorio de Espiritualidad, 118.
[11] Cf. Orientaciones sobre la Formación en los Institutos Religiosos, 18. Citado en Directorio de Vida Consagrada, 362.