[Exordio] Queridas Madres y Hermanas, primero que nada, muchas gracias por la invitación a celebrar esta Santa Misa con Ustedes. Es una alegría ver que las hermanas han aumentado (me parece) y acompañan muy de cerca el apostolado de los padres aquí en Chile. Por eso en esta Santa Misa yo las invito a que demos gracias a Dios por todos estos años de apostolado en Familia (con mayúscula).
Ahora que estamos en familia, yo quisiera que reflexionemos juntos, sobre una línea muy simple, pero muy profunda de nuestro Directorio de Espiritualidad que dice: “A servir al prójimo, aun, como María, en las tareas más sencillas”. Está en el número 84 del directorio cuando explica lo que Jesús nos enseñó cuando estuvo encerrado nueve meses en el seno de la Virgen. Pues bien, una de las cosas que nos enseñó es precisamente esa: a servir al prójimo aun en las tareas más sencillas.
Lógica del mundo vs. lógica de la Encarnación
Muchas de Ustedes aquí tienen el privilegio de servir directamente a los pobres, a los hombres y mujeres más olvidados o a los más despreciados, a los niños que muchas veces no tienen acceso a los goces que tienen niños en otros lados, sin embargo, yo creo que esa es la parte visible del camino hacia Dios. ¡Sí, porque los pobres conducen al corazón de Dios! El mismo Verbo Encarnado, pobre entre los pobres, reveló un gran misterio cuando nos dijo: “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis[1]; [por eso] servir a los necesitados es el modo de atender a Cristo en su carne”[2].
De aquí que, me parece muy claro, que el camino de santificación de las Servidoras en todo el mundo, pero especialmente aquí por el trabajo que Ustedes realizan pasa mucho por los gestos de bondad y de servicio a los pobres, lo cual no deja de ser un don de Dios, que entra de lleno con el propósito de nuestra Familia Religiosa que incluye precisamente el “vivir con toda radicalidad las exigencias de la Encarnación y de la Cruz”[3] y el ver a Cristo especialmente en los pobres[4].
La lógica del mundo invita a la avidez egoísta por las cosas materiales sin dar nada a cambio e incluso incita a la avidez por satisfacciones o consuelos interiores sin sacrificio alguno, o a lo más, a dar, pero esperando siempre recibir algo a cambio. La lógica de la Encarnación que es la lógica del Hijo de Dios, que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo[5], es muy contraria. Según la lógica del Verbo Encarnado, “amar significa dar, dar todo lo que el amor nos pida, dar inmediatamente, sin quejarnos, con alegría, y deseando que se nos pida aún más”[6]. Ese es el programa, así es como sirvió la Santísima Virgen María a su Hijo y a su esposo San José, y así es como nosotros debemos servir al prójimo. Esta es una frase de una beata polaca, fundadora de las Hermanas de San Félix de Cantalicio, la Beata María Ángela Truszkowska[7], que me parece resume las notas principales acerca de cómo debe ser el servicio de una Servidora.
Cualidades del servicio de una Servidora
Veamos brevemente cada una de las cualidades de este servicio.
Primero dice que el servicio es un servicio amoroso, porque “amar significa dar”. Lo nuestro no es un servicio de asistencia social como quien da una limosna, pero no se involucra con el bien del alma de esa persona, eso Ustedes lo saben mejor que yo. Lo nuestro no es un servicio meramente técnico de distribución, sino el del amor bien ordenado al prójimo[8], con el cual damos cumplimiento al mandato recibido de nuestro Señor de amar al prójimo como a nosotros mismos; si no fuese así nos podría preguntar el apóstol Santiago: ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: ‘Vayan en paz, caliéntense y coman’, y no les da lo que necesitan para su cuerpo?[9]. Por eso la caridad con el prójimo es un ejercicio de fe que nos conduce a Dios. ¿Me entienden?
En segundo lugar, dice: “dar todo lo que el amor nos pida”. Y en este sentido el derecho propio señala lo siguiente: “No basta con dar a los pobres, hay que darse a sí mismo”[10], como quienes ejercitan un oficio maternal, olvidados de uno mismo. Aun más, nuestro Directorio de Espiritualidad hablando de las Servidoras dicen –presten atención– que “toda su riqueza consiste en darse al Verbo”[11]. ¿Y como se dan las Servidoras al Verbo? “aun en las tareas más sencillas”[12], que es lo que decíamos al principio. Es decir, saliendo a pedir en el mercado, sirviendo la comida, limpiando la iglesia, jugando con los chicos, enseñando catecismo, visitando las familias… Hacer todo lo que el amor nos pida aun en esas cosas que según la lógica del mundo son sin importancia e incluso alguno puede considerarlas como denigrantes, pero nosotros seguimos la lógica de la Encarnación que implica abnegación, sacrificio, humillación.
Y, en tercer lugar, el servicio de una Servidora implica el “dar inmediatamente, sin quejarnos, con alegría, y deseando que se nos pida aún más”. Es interesante notar que el Directorio de Espiritualidad entre las cosas que menciona que nos enseñó el Verbo Encarnado en el seno de la Virgen una de ellas es precisamente el de “realizar las cosas de Dios rápidamente”[13], “porque ‘los cálculos lentos son extraños a la gracia del Espíritu Santo’[14]”[15]. Por eso las Servidoras tienen que ser “dóciles y prontas en la ejecución de lo que les pide el Espíritu Santo, como la Virgen, quien rápidamente se puso en camino[16]”[17]; y servir con alegría, sin quejarse, “trabajando siempre contra la tentación de la dilación, contra el miedo al sacrificio y a la entrega total y contra la tentación de recuperar lo que hemos dado buscando compensaciones”[18].
Yo sé que Ustedes aquí en Chile realizan una magnífica obra de caridad en todos los apostolados que tienen, y las animo a que sigan trabajando y haciendo siempre más y mejor en este sentido, porque como Ustedes saben muy bien, “la caridad es imprescindible para evangelizar la cultura”[19], y aun los gestos mas modestos pueden hablar de Jesucristo.
[Peroratio] Que la Santísima Virgen del Carmen, Patrona de Chile, y que sostiene en sus brazos al Niño Jesús les recuerde siempre que están llamadas a servir al Verbo Encarnado en la persona del prójimo, a cargar el peso de los necesitados, de los mas débiles. Y que en este servicio abnegado –como es el servicio de todas las madres– Dios las colme de alegría, y sobreabunde en sus almas la inescrutable riqueza de Cristo[20].
Gracia que imploramos al nuestro Señor por intercesión de la Virgen en esta Santa Misa.
Que Dios las bendiga hoy y siempre.
[1] Mt 25,40.
[2] Directorio de Obras de Misericordia, 73.
[3] Constituciones, 20.
[4] Cf. Constituciones, 7.
[5] Flp 2,7.
[6] Beata María Ángela Truszkowska, citado por San Juan Pablo II, A las capitulares de las Hermanas de San Félix de Cantalicio, (16/6/2000).
[7] Ángela María nació el 16 de mayo de 1825, en Kalisz (Polonia). Murió después de 30 años de sufrimiento, devorada por el cáncer, el 10 de octubre de 1899. Fue beatificada por Juan Pablo II el 18 de abril de 1993.
[8] Cf. Directorio de Obras de Misericordia, 41.
[9] Sgo 2,15-16.
[10] Directorio de Obras de Misericordia, 212.
[11] 52.
[12] Directorio de Espiritualidad, 84.
[13] Ibidem.
[14] San Ambrosio, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, II, 19.
[15] Directorio de Espiritualidad, 16.
[16] Lc 1,39.
[17] Directorio de Espiritualidad, 16.
[18] Ibidem.
[19] Constituciones, 174.
[20] Ef 3,8.