La prueba de José: la virginidad de María

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Sermón del IV domingo de Adviento

 

Queridos hermanos: El trozo del evangelio que acabamos de leer es conocido como, el evangelio que narra la “prueba de José”. El versículo que sigue al pasaje que hemos leído cuenta ya el nacimiento de Jesús, el relato de ese suceso central la Iglesia lo deja para el día de Navidad. Por ahora nos deja solan1ente aquí, con la expectativa, con el entusiasmo, con el anhelo No la conocía hasta el momento que el/a diese a luz un hijo. Es lógico, nos encontramos ya –prácticamente– en las vísperas de la gran celebración del nacimiento, el camino del Adviento ( de oración intensa, de penitencia y ornamentos morados) está llegando a su fin.

Es pues el momento de meditar y considerar los momentos previos al nacimiento de Cristo. La Iglesia nos propone, –en el ciclo de lecturas del corriente año– el sueño de José y más aun; lo que se esconde tras la narración del sueño y que está latente bajo todo el relato que hemos escuchado y también de las primeras lecturas –recordemos las palabras de Isaías el inicio de la carta de San Pablo a los Romanos– es el evangelio de la virginidad de María, nuestra Madre. Dogma precioso de la Mariología, por tanto, parte constitutiva de nuestra fe:

La Santísima Virgen, fue virgen antes durante y después del parto; por eso se habla de la perpetua virginidad de María, la Purísima, la inmaculada concepción. Consideremos un poco hoy esta verdad en esta homilía; es necesario, pues hoy como siempre –como ya sucedía en los primeros siglos de la predicación de los apóstoles– están quienes niegan abierta y descaradamente este. Y esto a nuestro lado, pensemos en los testigos de Jehová, pensemos en los evangelistas, sectas del siglo XX. Se trata sin embargo de uno de los mas hermosos dogmas de nuestra fe: Cristo nació de una madre Virgen.

1. El evangelio que hemos leído 

 

Hemos escuchado pues la revelación hecha a José. La sencillez del relate evangélico que hemos escuchado no deja sin embargo de mostrar una violenta tensión: el hecho es que José debe asumir la paternidad legal de Jesús y que María es Madre Virgen, pues ha concebido por obra del Espíritu Santo.

Es por eso que se lo llama el evangelio de la prueba de José, quizás a nosotros, en un mundo tan distante del mundo hebreo y tan carnalizado como el nuestro nos cueste comprender lo que esto significaba. En el relato del evangelio, María era la esposa prometida de San José. El noviazgo –según la usanza del pueblo hebreo– comportaba un compromiso real, de tal manera que el novio, ya desde el noviazgo mismo era llamado “marido” y podía romper el noviazgo solamente con un repudio formal. María se encontró encinta por obra del Espíritu Santo y José, que era justo y no quería repudiarla, decide divorciarla en secreto. La justicia de José consiste en el hecho que convencido de la virtud de María refuta de consignar este hecho –que él no comprende– al procedimiento legal, que era rigurosísimo. La ley prescribía en efecto, –según el libro del Deuteronomio– que si llegado el momento del casamiento, la mujer joven no fuese encontrada en estado de virginidad, dice el Deuteronomio La harem salir al ingreso de la casa del padre de ella y la gente de su ciudad la lapidará de tal manera que muera porque ha cometido una gran infamia (Dt 22,21). Repudiar a la mujer con el repudio legal era exponerla a la difamación y también a la muerte.

2. María fue virgen antes del parto 

 

María concibió no por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Lo hemos escuchado en el Evangelio que acabamos de leer; evangelio que ratifica con toda la autoridad que le compete la profecía de Isaías que hemos escuchado en la primera lectura, se trata de la profecía del Emmanuel aplicando a María. Piden un signo al profeta de cuando sucederá esto, e Isaías dice: ¡Escuchad Casa de David! El Señor mismo os dará un signo. He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel, Dios

con nosotros. San Mateo, como hemos escuchado anuncia la concepción sobrenatural del Mesías y dice Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta, que dice: He aquí que la virgen concebirá y dará a Luz… y repite la profecía de Isaías. Lo hemos escuchado también en el primer versículo que hemos leído hoy La concepción de Jesucristo fue así: estando desposada María, su Madre, con José antes de que conviviesen, se halló haber concebido del Espíritu Santo. Y esto que ocurría no era ajeno a las Escrituras ni a la esperanza del pueblo (hoy hemos leído a Isaías), con una concepción tal se cumplía el hermoso vaticinio de Ezequiel: La puerta ha de estar cerrada. No se abrirá ni entrara por el/a hombre alguno, porque ha entrado por ella el Señor, el Dios de Israel (Ez 44, 2). 

3. María fue Virgen durante el parto

 

Lo explica muy bien un teólogo francés al decir: “Así como la luz del sol baña el cristal sin romperlo y con impalpable sutileza atraviesa su solidez y no lo rompe cuando entra, ni cuando sale lo destruye, así el Verbo de Dios, esplendor del Padre entró en la virginal morada y de allí salió, cerrado el claustro virginal; porque la pureza de María es un espejo limpísimo, que ni se rompe por el reflejo de la luz ni es herido por sus rayos”[1].

Y fray Luis de León, dice: “Lo que en el vientre santo se concibió, corriendo los meses, salió de el sin poner dolor en él y dejándole santo y entero. Y como el que nacía era, según su divinidad rayo y era resplandor que manaba con pureza y sencillez de la luz de su Padre, dio también a su humanidad condiciones de luz, y salió de su madre como el rayo del sol pasa por la vidriera sin daño, y vimos una mezcla admirable, carne con condiciones de Dios y Dios con condiciones de carne, y divinidad y humanidad juntas, y hombre y Dios nacido de padre y de madre, y sin padre y sin madre, sin madre en el cielo y sin padre en la tierra”[2].

4. María fue Virgen después del parto

 

Por eso hablamos de la perpetua virginidad de María. Esto es lo que niegan muchas sectas modernas (testigos de Jehová, mormones, etc.). No es para asustarse, no es un error nuevo, que siempre esta. Ya los ebionitas y Cerinto en los primeros siglos enseñaban que Cristo fue concebido como todos los demás … , herejes. Santo Tomas mismo, hablando de la perpetua virginidad de María advierte: “Sin duda de ninguna clase hemos de rechazar el error de Helvidio Prisco (quien fue un filósofo estoico y estadista romano que vivió en el siglo I d.C.) el cual se atrevió a decir que la Madre de Cristo, después de su nacimiento había convivido con San José y tenido otros hijos de él. Esto no puede admitirse de ninguna manera”. Y dice aun admitir esto, no solo es herejía sino también que es blasfemo porque:

  • Es ofensivo para Cristo; que siendo Hijo Único de Dios convenia que fuese hijo único también de su madre.
  • Es ofensivo para Dios Espíritu Santo, cuyo sagrario fue el seno virginal de María, donde formó a Cristo y no era decente que fuese profanado por ningún varón.
  • Es ofensivo a la dignidad y santidad de María, que resultaría ingratísima si no se contentara con tal Hijo y consintiera en perder su virginidad, que tan milagrosamente le había sido conservada.
  • Es ofensivo para con el mismo San José, quien habría incurrido en una gravísima temeridad si hubiera intentado manchar a aquella de quien sabía que había concebido por obra del Espíritu Santo.

Por eso nosotros cristianos católicos, como buenos hijos, defendamos hoy y siempre la perpetua virginidad de María: antes, durante y después del parto. Madre y Virgen como estaba anunciado –concebirás y darás a luz–. Las sectas niegan esta verdad argumentando mediante un falsa y privada interpretación de las escrituras y mediante esto engañan a mucha gente… y sacaran lo del primogénito, lo de los hermanos de Jesús y que se yo cuantas otras cosas más…. conocerán la Biblia pero es un conocimiento relativo pues hierran abruptamente en su interpretación… pues su estudios lejos de ser un estudio científico es tendencioso… es por eso que no elaboran un pensamiento y mucho menos una teología.

Nosotros siempre ante ellos y ante quien sea, defendamos este uno de los más hermosos dogmas de nuestra fe. Madre y Virgen. Y con voto de perpetua virginidad, por eso cuando el ángel de Dios se dispuso a pedir a una doncella de Galilea que le prestara su naturaleza para la Encarnación del Verbo, la respuesta que se escuchó: ¿cómo puede ser esto, pues no conozco varón?

***

Queridos hermanos: Ya en el umbral de la fiesta de la Navidad, de la celebración del nacimiento de Cristo, la Iglesia nos presenta a su Madre. Y contemplando a su Madre como Aurora que precede al Sol naciente, también pregustemos desde ya la grandeza del nacimiento que vamos a admirar el próximo 25. El Adviento toca a su fin mirando a la Santísima Virgen, bajo la mirada extasiada del misterio de la Virgen Madre esperemos también nosotros anhelantes el nacimiento del redentor. Que así sea.

[1] Royo Marín, A., La Virgen María: teología y espiritualidad marianas. Madrid (1996): BAC.

[2] Fray Luis de León, De los nombres de Cristo, Libro III, “Hijo de Dios (II)”.

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